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que su estancia en Canadá iba a ser tan breve como fuera posible.
Así se lo expuso a su mujer: «No creo que te importe que perma- .
nezca en Canadá durante unos años más, pero entre tú y yo, no
me veo estableciéndome aquí, ya que espero regresar a Inglaterra
algún día».
«Si quiero tener una oportunidad para el premio Nobel en los
próximos años he de mantener mi trabajo en marcha.»
- PALABRAS DE RUTHERFORD EN UNA CARTA A SU ESPOSA EN 1905.
Tan1bién comunicó a su mentor J.J. Thomson la desazón in-
telectual que le suponía encontrarse tan lejos del Reino Unido:
Después de los años transcurridos en Cavendish, me siento alejado
de las cuestiones científicas, y echo a faltar enormemente las opor-
tunidades de reunirme con personas interesadas en física. Fuera del
pequeño círculo del laboratorio es muy raro que escuche a alguien
decir lo que se está haciendo en alguna parte.
Sin embargo, el puesto le daba la oportunidad de tener unos
ingresos suficientes como para poder mantener a una familia. Por
ese motivo, un año después de llegar a Montreal se dirigió a San
Francisco para tomar desde allí un barco de vapor que le condujo,
tras un mes de viaje, a Nueva Zelanda, con el objetivo de casarse.
Rutherford contrajo matrimonio en 1900, y aprovechó su estancia
allí para entregar la documentación necesaria a la Universidad de
Nueva Zelanda con el fin de recibir el título de doctor. Después de
una luna de miel por Estados Unidos y Canadá -que Rutherford
aprovechó para recoger muestras de elementos radiactivos para
sus posteriores investigaciones- , la joven pareja regresó a Mon-
treal. En 1901 nació la que sería su única hija, Eileen Rutherford.
En 1903 Rutherford publicó parte de su teoría de la radiacti-
vidad, y ese mismo año se dirigió a Europa, donde se le concedió
el honor de ser nombrado miembro de la Royal Society. Ese viaje
fue muy importante para Rutherford, ya que le dio la oportunidad
de conocer personalmente a todos aquellos científicos que habían
98 LA DESINTEGRACIÓN RADIACTIVA