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Esta combustión tiene un coste metabólico, dado que es la propia
sustancia, la sangre del animal, la que transporta el combustible. Si
el animal no reemplaza, comiendo, lo que pierde a través de la res-
piración, en poco tiempo se quedará sin combustible y morirá, como
una lámpara que se queda sin aceite.
También vio que en el cuerpo existía un mecanismo de en-
friamiento cuando se producía un exceso de calor, aunque su
obsesión por el «calórico» hacía que lo explicara de una forma pe-
culiar. Creía que en la sudoración se extraía agua del organismo,
que se combinaba con «calórico» para producir vapor de agua.
Esta pérdida de «calórico» ayudaba a mantener la temperatura del
organismo dentro de unos límites muy estrechos. Tan1bién anotó
que se perdía mucho «calórico» y agua a través de los pulmones
durante la respiración.
En resumen, en el cuerpo humano tenían lugar tres procesos
fundamentales: respiración, transpiración y digestión. La primera
tenía lugar en los pulmones, y era una combinación de hidrógeno
y carbono con el oxígeno del aire. Producía el calor que se ex -
pandía por todo el cuerpo con la circulación de la sangre, mante-
niendo de esa forma su temperatura constante. En el proceso de
transpiración la pérdida de agua a través de la piel y los pulmones
permitía liberar el exceso de calor. A través de la digestión la co-
mida restablecía a la sangre lo que había perdido en la respiración
y transpiración. Lavoisier concluyó sus reflexiones de una forma
poética:
La analogía entre respiración y combustión no ha escapado a los
poetas, o más bien a los filósofos de la Antigüedad, de los cuales eran
portavoces. El fuego robado al cielo, el fuego de Prometeo, no es
una mera idea poética ingeniosa; es una imagen detallada de las
operaciones de la naturaleza, al menos para los animales que respi-
ran. Podemos decir con los antiguos que la llama de la vida se en-
ciende en el momento en el que el niño respira por primera vez y que
se extingue solo con la muerte. Cuando consideramos esta sorpren-
dente visión profética, no podernos evitar pensar que los antiguos
penetraron en el santuario del conocimiento más allá de lo que ima-
108 UNA CIENCIA NUEVA