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unos resultados muy parecidos para el calor calculado por ambos
métodos, a partir de lo cual confirmaron su hipótesis de que la res-
piración era una especie de combustión lenta. Sus conclusiones
fueron del todo acertadas:
La respiración es, pues, un fenómeno de combustión muy lento, si-
milar al del carbón, que tiene lugar en los pulmones, sin exhalar luz,
porque la materia de fuego es absorbida por la humedad de los ór-
ganos y los pulmones. El calor desprendido por esta combustión va
en los vasos sanguíneos que pasan a través de los pulmones y sub-
secuentemente fluye por todo el cuerpo. Así pues, el aire que respi-
ramos es empleado para conservar nuestros cuerpos de dos formas:
quita de la sangre el aire fijo, que puede ser dañino cuando es muy
abundante, y el calor que entra en nuestros pulmones a través de
este fenómeno reemplaza el calor perdido en la atmósfera.
LA LLAMA DE LA VIDA
Los experimentos con Laplace terminaron en 1784, pero no la cu-
riosidad de Lavoisier por conocer los detalles de la combustión
que mantenía constante la temperatura de los animales de sangre
caliente. Tampoco estaba satisfecho con la pequeña discrepancia
en la cantidad de calor calculado a partir del hielo fundido y del
C0 expelido por el conejillo de Indias. En 1789, tras haber publi-
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cado su Tratado elemental de química, reanudó estos estudios,
pero entonces no se conformó con investigar con cobayas. Quería
saber cómo era el proceso en el ser humano. Así pues, diseñó una
nueva serie de experimentos con Armand Séguin, que entonces
tenía veintiún años, en los cuales este joven fue a la vez colabora-
dor y conejillo de Indias.
Como en los experimentos previos Lavoisier había observado
cambios en la cantidad de oxígeno consumido a causa de la diges-
tión y del movimiento, decidió investigar de forma sistemática la
influencia de ambos factores en la respiración, así como la influen-
cia de la temperatura. Midió la cantidad de oxígeno consumido,
UNA CIENCIA NUEVA 105