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forme de sus progresos ante la Convención Nacional. Aunque el
estudio fue acogido muy favorablemente, en la Convención so-
plaban vientos adversos para las academias; de hecho, cada vez
se levantaban en ella más voces pidiendo su disolución, dado
que se las consideraba un vestigio del Antiguo Régimen. Lavoisier
empeñó todas sus fuerzas en su defensa, elaborando informes
y cartas que tenían la mezcla de erudición, claridad de razona-
miento y educación que le eran característicos, aderezados con
un cierto toque de altane1ia. La tarea resultó ser a la postre sui-
cida, porque las academias estaban sentenciadas, y al defender
la Academia de Ciencias tan apasionadamente Lavoisier firmó su
condena de muerte.
«Nada más grande ni más sublime ha salido de las manos
del hombre que el Sistema Métrico Decimal.»
- ANTOINE LAVOISIER.
A pesar de lo delicado de la situación, Lavoisier siguió ha-
ciendo medidas para completar los trabajos de la Comisión; en
concreto, el científico se centró en los referidos a la densidad del
agua pura. Aquellas fueron sus últimas investigaciones, e incluso
a ello se debe un hecho apócrifo, según el cual pidió que su sen-
tencia de muerte fuera aplazada para finalizar su trabajo en la Co-
misión. Ante lo cual, supuestamente, el presidente del tribunal
habría sentenciado: «La República no necesita sabios, que la jus-
ticia siga su curso».
Pero ni Lavoisier era dado a pedir clemencia, ni Jean-Baptiste
Coffinhal, que ejercía de presidente del tribunal aquel día, sabía
qué era un sabio. Esta frase apareció por primera vez en la especie
de oración fúnebre que Fourcroy --quien había colaborado con
Lavoisier en la realización de la nueva nomenclatura química-
hizo a su «amigo» en el homenaje que se le dedicó un año después
de su muerte. Fourcroy estaba deseoso de ponerse a tono con
los nuevos vientos que soplaban a favor de Lavoisier, mientras
que cuando estuvo en condiciones de hacer algo para salvarlo, no
movió un dedo.
UNA CIENCIA NUEVA 101