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(Sobre  la  naturaleza de  las cosas),  argumentó que el universo
         debe ser infinito; en caso contrario -dice Lucrecio-, tendría una
         frontera, y si arrojáramos un objeto hacia esa frontera con la sufi-
         ciente fuerza como para atravesarla, entonces ese objeto pasaría
         a existir fuera del universo; pero es imposible porque, por defi-
         nición, nada puede existir fuera del universo. Hoy sabemos, sin
         embargo, que el argumento de Lucrecio es falaz,  que el universo
         puede ser finito sin tener una frontera, de la misma manera que la
         superficie de una esfera es finita, pero sin tener una frontera.  De
         hecho, según las modernas temias cosmológicas, es muy proba-
         ble que el universo en su conjunto sea finito.  Pero las disidencias
         fueron escasas y aisladas, y el pensamiento aristotélico sobre el
         infinito, como dijimos antes, dominó en la filosofía y tan1bién en las
         matemáticas; al menos hasta la década de  1870. En esa época, el
         matemático ruso-alemán Georg Cantor se vio llevado por la lógica
         de sus investigaciones, casi contra su voluntad según sus propias
         palabras, a introducir en las matemáticas el estudio del infinito
         en acto. La tarea no fue fácil, no solo por las dificultades que ella
         conlleva, sino también por la dura oposición que encontró entre
         muchos de sus colegas; no era fácil romper con una tradición de
         milenios y Cantor llegó a ser tratado de «científico charlatán» y
         «corruptor de la juventud».
             Sin embargo, Cantor no se detuvo, e impulsado por la convic-
         ción de que una teoría matemática del infinito era posible, y hasta
         necesaria, y guiado por una lógica inflexible, desarrolló una de las
         teorías más asombrosas que hoy se conocen; pero abrió además
         la posibilidad de un modo nuevo de pensar a las matemáticas en
         su conjunto, un modo más libre y potente.
             Uno de los conceptos más originales que introdujo Cantor es
         el de los ordinales; la teoría de los ordinales será comentada en las
         siguientes páginas, por lo que no entraremos aquí en sus detalles;
         basta decir que se trata, esencialmente, de números que permiten
         contar más allá del infinito. Después de los infinitos números O,  1, 2,
         3, 4, 5, ... -dice Cantor- , viene el número ir,jinito (es decir, el or-
         dinal) w, el súnbolo es la letra griega omega minúscula; luego vienen
         w + 1, w + 2, w + 3, ... ; y después de esta nueva serie de infinitos ordi-
        nales viene w + w, y luego w + w + 1, w + w + 2, ... ; y así sucesivamente.






                                                          INTRODUCCIÓN        11
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