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palabras, el universo entero, nosotros incluidos, constituye el ser.
Pero además, el ser es inmutable, no puede cambiar, porque si pa-
sara, digamos, de un estado A a un estado B, entonces dejaría de
existir en el estado A, y eso es imposible, porque el ser no puede
dejar de existir. El ser es, en consecuencia, todo el universo, y es
inmutable; por lo tanto, el universo es inmutable. Esto significa
que el cambio y el movimiento que creemos ver a nuestro alrede-
dor en realidad no existen; el tiempo no existe, en el ser no hay
pasado ni futuro, solamente hay ahora.
Zenón, discípulo de Parménides, planteó una serie de razo-
namientos, conocidos como las paradojas de Zenón, con los que
intentó demostrar, en respaldo de las ideas de su maestro, que el
cambio y el movimiento no existen, que lo que creemos ver no
es más que un engaño de los sentidos, y que la mente y la razón,
guiadas por la lógica, son capaces de demostrar este hecho.
Todas las paradojas de Zenón involucran el infinito de algún
modo; una de ellas dice que si arrojan1os una piedra hacia un árbol
que está a un metro de distancia delante de nosotros, entonces,
contrariamente a lo que la vista parece mostramos, la piedra
jamás llega al árbol; de hecho, jamás abandona nuestra mano.
Para demostrarlo, Zenón decía que antes de llegar al árbol
la piedra debe recorrer primero medio metro; pero antes de eso,
debe recorrer un cuarto de metro; y antes debe recorrer un octavo
de metro; y antes, un dieciseisavo de metro; y así sucesivamente.
En realidad, para llegar al árbol la piedra debe completar una
cantidad infinita de pasos previos, pero es imposible completar
infinitos pasos en un tiempo finito; por lo tanto, deduce Zenón, la
piedra jamás llega al árbol. Más aún, el mismo razonamiento que
hemos hecho para una distancia de un metro, vale también para el
primer milímetro o la primera milésima de milímetro; por lo que la
piedra, en realidad, tal como dijimos antes, nunca abandona nues-
tra mano. El infinito, como se ha expuesto, permite demostrar,
según Zenón, que el universo es inmutable.
En el siglo rv a.c., Aristóteles -el padre del estudio sistemá-
tico de la lógica y tal vez de la ciencia en general- escribió su
Física, un tratado que contiene, entre otras cuestiones, un estu-
dio del movimiento de los cuerpos; pero, desde luego, antes de
8 INTRODUCCIÓN