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confinnar la concepción de Faraday, fraguada en su laboratorio
         del sótano de la Royal Institution.
             La extensión y profundidad del trabajo de Faraday puede re-
         sumirse en esta cita de L.P. Williarns:


             Como Berzelius, Faraday fue un químico analítico de considerable
             habilidad; como Gay-Lussac y Dalton, fue aplaudido por la comuni-
             dad científica por su trabajo sobre gases; como Oersted y Ampere,
             creó una nueva época en el estudio del electromagnetismo; como
             Fresnel y Young, hizo contribuciones fundamentales a la teoría de
             la luz; como sir Hun1phry Davy, fue fundador de la electroquímica,
            sin embargo, a diferencia de estos hombres, trabajó casi simultánea-
            mente en todos estos campos.

             Faraday había elaborado una teoría descriptiva completa de
         la electricidad, descubriendo la inducción electromagnética, lo
         cual le permitió concebir el primer transformador y la primera
         dinamo. Inventos más modernos, como el teléfono, constituyen
        una aplicación directa de la inducción electromagnética. La ra-
         diotelefonía, por su parte, deriva del desarrollo de la teoría elec-
        tromagnética de Maxwell. Sus investigaciones a propósito de la
         electrólisis fueron los pilares en los que se asentó posteriormente
        la industria electroquímica. Y su descubrimiento del benceno es la
        base de la industria de los colorantes sintéticos.
            Finalmente, sus estudios sobre la interacción de la luz y el
        magnetismo fueron también las bases sobre las que posterior-
        mente se desarrolló la mecánica cuántica y la teoría de la relativi-
        dad de Albert Einstein. Así de tentaculares y expansivas fueron,
        en suma, todas las nuevas ideas aportadas por Michael Faraday,
        que nunca se plegó a una sola materia y trató todo misterio que
        se le pusiera por delante como una prueba más de su fe en Dios.
        Un conjunto de misterios que Faraday intuyó que podían organi-
        zarse en un único gran misterio, adelantándose dos siglos a los
        objetivos de unificar todas las fuerzas del universo de los actuales
        físicos teóricos.
            Con solo ocho millones de habitantes en  1750 -a efectos
        comparativos, la mucho más sofisticada Francia contaba enton-






                                             MÁS ALLÁ DE  LA CHISPA DEL GENIO   149
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