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terminológica de Faraday fue prolija: electrodo, dieléctrico o dia-
magnético son solo algunos ejemplos.
El término electricidad proviene del griego elektron, que
significa ámbar, las propiedades eléctricas del cual fueron des-
cubiertas en la antigua Grecia. Desde entonces hasta el siglo
XVIII se avanzó muy poco en la comprensión de los fenómenos
eléctricos. La razón principal de este largo lapso de tiempo es
que hace relativamente poco que la ciencia pasó de ser mera-
mente especulativa a estar respaldada por la realización siste-
mática de experimentos. Con todo, a pesar de lo mucho que aun
se ignoraba acerca del funcionamiento íntimo de la electricidad,
se lograron construir teléfonos, telégrafos y bombillas, así como
motores eléctricos. Sin embargo, hasta la llegada del gran ex-
perimentador Faraday, la electricidad se limitaba, sobre todo, a
ser un asunto pintoresco. Científicos del siglo xvrrr desarrollaron
máquinas para obtener pequeñas cantidades de carga eléctrica
y dispositivos donde acumular la carga generada, pero lo más
llamativo que proyectaba la electricidad sobre la sociedad eran
los experimentos recreativos de electroestática en los salones
de clases altas, generando chispas, dando calambrazos o incluso
electrocutando pavos. Algunas mujeres de alcurnia se llegaron a
pasear por París con un sombrero puntiagudo del que colgaba un
cable a modo de pararrayos.
Igual suerte corría el desarrollo de los fenómenos magnéti-
cos, cuyos primeros estudios se atribuyen a Tales de Mileto en
el siglo VI a.c. La palabra magnetismo procede del nombre de
la ciudad griega de Magnesia, donde abundaba la magnetita, un
imán natural. Otra teoría etimológica adjudicada a Plinio el Viejo,
sabio romano del siglo r, sitúa el origen del término en la leyenda
de un pastor llamado Magnus, descubridor del magnetismo, cuyo
bastón, terminado en una punta metálica, acabó con una roca
pegada a él mientras caminaba con su ganado por el monte. Hasta
el siglo XVI, el conocimiento sobre el magnetismo tampoco había
avanzado demasiado. Un inglés llamado William Gilbert sentó
las bases del estudio moderno del magnetismo, descubriendo,
por ejemplo, que la Tierra se comporta como un imán de tamaño
planetario.
INTRODUCCIÓN 9