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los alojó en su residencia. De ahí fueron directamente a Estados
Unidos, donde Fenni pudo fabricar, en la Universidad de Chicago,
el primer reactor nuclear de la historia y, después, convertirse en
uno de los cuatro científicos al mando del Proyecto Manhattan.
En un discurso antisemita el mismo Hitler concedía que su
campaña podía dañar a la ciencia alemana:
Si el despido de científicos judíos significara la aniquilación de la
ciencia moderna en Alemania, entonces deberemos conformamos
por un tiempo con una Alemania sin ciencia.
En total, unos 1500 científicos abandonaron Alemania, de los
cuales quince ganaron un premio Nobel durante su exilio.
Durante la tragedia que supusieron las persecuciones lleva-
das a cabo por el régimen de Hitler, algunos prefirieron mirar
hacia otra parte. Max Planck y Wemer Heisenberg son los casos
más significativos, al menos por lo que respecta a la historia de la
física. Ambos prefirieron anteponer su patriotismo a lo que hoy
llamarnos los derechos humanos, a pesar de su descontento con
los nazis. Incluso cuando colaboraron con el esfuerzo alemán por
ganar la guerra, lo hicieron más por evitar una nueva humillación
de Alemania que por simpatías con el régimen.
UNA VISITA CON MAL SABOR DE BOCA
Dinamarca pudo seguir jugando un papel central en el rescate de
exiliados del régimen nazi durante los primeros meses de la gue-
rra. Pero la neutralidad que había conseguido durante la Primera
Guerra Mundial no fue posible en esta ocasión. En abril de 1940
las tropas alemanas invadieron el pequeño país escandinavo para
«salvaguardar su neutralidad». Más que de una anexión en plena
regla, corno en el caso de Austria o Polonia, se trataba de un con-
trol indirecto del país por parte de los nazis.
Esta situación duró hasta 1943, cuando el Gobierno danés se
opuso a decretar el estado de emergencia y a castigar a los opo-
EL MUNDO EN GUERRA 141