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nas y páginas de infom1es anónin1os, se puso a entrevistar a inge-
                     nieros y científicos de la NASA, e hizo los experimentos que con-
                     sideró oportunos hasta que estuvo seguro de cuál había sido el
                     fallo. Su momento de gloria llegó en una de las sesiones públicas
                     de la comisión;  en ella,  realizó  un pequeño experimento.  Sos-
                     pechaba que la causa del accidente se encontraba en un pe-
                     queño defecto que tenían las juntas de goma que se usaban para
                     sellar los tanques de combustible ( conocidas técnicamente como
                     0-ring por su forma característica): sometidas a bajas temperatu-
                     ras, no recuperaban con facilidad su forma inicial y durante unos
                     pocos segundos, justo durante el encendido de los motores, no
                     ajustaban perfectamente debido a la dilatación del tanque y se
                     producía una pequeña pérdida de combustible que demostró ser
                     fatal: en las fotografías tomadas durante el accidente se pudieron
                     ver llamas salir por el lugar donde estaban esas juntas. Así que
                     Feynman, delante de todos los periodistas y las cámaras de tele-
                     visión, comprimió con unas tenazas una de las pequeñas juntas de
                     goma,  para simular la situación real en el transbordador,  y la
                     metió unos segundos en un vaso con hielo para demostrar que,
                     sometidas a las bajas temperaturas que se habían alcanzado la
                     noche previa del lanzamiento, no se recuperaban como se espe-
                     raba. Al tem1inar la demostración, Feynman no salió muy seguro
                     de que la sesión hubiera convencido a nadie, pero había subesti-
                     mado la perspicacia de los periodistas. Esa noche todos los tele-
                     diarios dieron la noticia: la causa del accidente estaba perfecta-
                     mente clara y Feynman se convirtió en un héroe para todos los
                     norteamericanos.
                         Tras la muerte de Feynman se escribieron muchos epitafios,
                     pero quien mejor expresó su legado fue Julian Schwinger, su rival
                     científico más preeminente en el tiempo de la posguerra y con el
                     que compartió el premio Nobel: «Un hombre honesto, el más des-
                     tacado intuitivo de nuestra era y el principal ejemplo de lo que
                     puede encontrar en la playa cualquiera que desee seguir el ritmo
                     de un tambor diferente».










          14         INTRODUCCIÓN
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