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con dos de sus tres esposas, Arline y Gweneth, pero también amó
a muchas otras mujeres: bailarinas y prostitutas, estudiantes y es-
posas de colegas, ligues pasajeros en sus viajes al extranjero a
causa de congresos científicos ... Tenía una mesa reservada en un
club de striptease cercano a su querido Caltech y las clases se lle-
naban de estudiantes y colegas para escuchar cómo su mente enfo-
caba de manera diferente la física de toda la vida. Pocas veces leyó
los artículos de sus colegas, pues le gustaba llegar por él mismo a
las conclusiones que otros habían pensado. Nunca se fió de una
idea que él no hubiera deducido a partir de primeros principios, el
sello de todo su trabajo, una peligrosa virtud que a veces conduce
al error y a la pérdida de tiempo. Pero no en él: «Dick podía con
todo porque era condenadamente brillante -confesó en cierta oca-
sión un físico teórico-. Podía subir el Mont Blanc descalzo».
El trabajo de este curioso personaje - así se autotitulaba en su
autobiografia- es tremendamente abstracto. Su campo fue la teoría
cuántica, que había cumplido su mayoría de edad cuando él nació.
Establecer las leyes que gobiernan el mundo subatómico fue una
tarea ardua y difícil, e involucró a las grandes mentes de la física de
la primera mitad del siglo xx. El mundo de las partículas elementales
contradice el sentido común, que proviene de nuestra experiencia
cotidiana, y su comprensión aún hoy se nos escapa. Sin embargo, la
capacidad predictiva de la física cuántica está fuera de toda duda.
Podemos renunciar a entenderla filosóficamente, incluso nos puede
parecer incongruente a tenor de lo que esperamos que sea el uni-
verso --el propio Einstein renegó de ella por este motivo-, pero su
alcance científico y tecnológico está fuera de toda duda.
La física cuántica exigió el desarrollo de muchas herramien-
tas para poder dar cuenta de los fenómenos que pretendía expli-
car. Durante la prin1era mitad del siglo xx, los físicos tuvieron que
echar mano de ran1as de las matemáticas ideadas varias décadas
antes - y de las que nadie creía que tendrían una aplicación prác-
tica- para resolver los problemas que surgían de las entrañas de
la materia. Pero eso no bastó: también hubo que inventar toda una
nueva artillería matemática con la que derribar las murallas que
separaban la teoría del experimento. Es en este campo donde des-
tacó Richard Feynman, y donde hizo su mayor contribución. Uno
INTRODUCCIÓN 11