Page 104 - 19 Marie Curie
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taría poco después con un laboratorio al frente del cual estaba
                     Marie, que por fin iba a recibir un sueldo por su trabajo científico.
                     Hizo falta que le concedieran un premio Nobel para que a Marie le
                     pagaran por su trabajo como científica.
                         Marie retomó el trabajo en el laboratorio cuando se recuperó
                     de un parto prematuro en 1903. También volvió a sus clases en
                     la antigua fábrica de porcelana de Madame Pompadour, la École
                     N ormale para señoritas de Sevres. Aunque la preparación de las
                     clases exigía un trabajo extra, debieron dar un respiro a su salud,
                     pues la tenían alejada del laboratorio durante tres días a la se-
                     mana. Al año siguiente volvió a quedarse embarazada y esta vez
                     el embarazo llegó a término. En diciembre de 1904, justo un mes
                     después de que se trasladaran al nuevo laboratorio en la Sorbona,
                     nació Eve, una niña preciosa y sana.
                         Como había hecho tras el nacimiento de Irene, Marie volvió a
                     su trabajo a los pocos meses de nacer Eve, la cual quedó a cargo
                     de las nodrizas polacas y del abuelo Eugene. Siguió compartiendo
                     su tiempo entre el trabajo en el laboratorio y las clases en Sevres,
                     donde contó entre sus compañeros a Paul Langevin.
                         Mientras los Curie recuperaban su ritmo de vida tras el pre-
                     mio y el nacimiento de Eve, Rutherford seguía desentrañando los
                     misterios del átomo.  En 1904 publicó su Tratado  de  radiactivi-
                     dad, que recogía todos los avances realizados en el campo desde
                     que Becquerel descubriera los misteriosos rayos. Sin ser vanidoso
                     pero sin falsa modestia, el antiguo jugador de rugby proseguía su
                     extraordinaria carrera.
                         En junio de 1905 Pierre y Marie se encontraron lo suficien-
                     temente restablecidos como para realizar el viaje a Estocolmo y
                     recoger el premio que les habían concedido dos años antes. Y en
                     julio, tras haber realizado la preceptiva ronda de visitas para so-
                     licitar el voto, la candidatura de Pierre Curie a la Academia de
                     Ciencias francesa fue por fin aceptada. Tras recibir el Nobel, los
                     problemas económicos y de reconocimiento en las instituciones
                     francesas parecieron desaparecer. Pero la salud de Pierre y Marie
                     no terminaba de recuperarse; ambos se encontraban sin fuerzas,
                     especialmente Pierre. Aun así,  además de seguir con sus clases
                     en la Sorbona, retomó el trabajo en el laboratorio. Es más, como






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