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LA CONCESIÓN DEL NOBEL Y LA FAMA

      A finales del año 1903 el matrimonio recibió una noticia alegre e
      inesperada: la Academia de Ciencias sueca les había otorgado el
      premio Nobel de Física, junto a Henri Becquerel, por el descubri-
      miento de la radiactividad.  Sin embargo, no fue  una concesión
      exenta de debate. Cuando en la propuesta inicial solo aparecieron
      Pierre Curie y Henri Becquerel, Gasta Mittag-Leffler - influyente
      miembro de la Academia sueca y valedor de otra mujer científica,
      la matemática rusa Sofia Kowaleskaia- le hizo saber a Pierre la
      ausencia de Marie.  Pierre,  tal y como recoge el libro de Pierre
      Radvanyi sobre los Curie, respondió:

          En el caso de que se haya pensado seriamente en mí, desearía que
          se me considerara solidario con la Sra. Curie en mis investigaciones
          de los cuerpos radiactivos. En efecto, es su primer trabajo el que ha
          determinado el descubrimiento de los nuevos cuerpos y su contri-
          bución es muy grande en este descubrimiento ( ella también ha de-
          terminado el peso atómico del radio).

          En la concesión del premio hubo otro aspecto objeto de de-
      bate. ¿A qué disciplina pertenecían los trabajos sobre los cuerpos
      radiactivos: a la física o a la química? Pierre y Henri eran físicos,
      pero el trabajo que había desarrollado Marie era fundamental-
      mente químico. Además, los descub1imientos realizados alteraban
      conceptos puramente químicos sobre la naturaleza y la estabi-
      lidad de los elementos. Finalmente, les concedieron el premio
      de Física, aunque la Academia no descartó la concesión futura de
      otro premio en la rama de Química.
          Al solemne acto de entrega del premio de manos del rey de
      Suecia solo asistió Henri Becquerel. Los Curie, muy poco dados
      al boato, alegaron estar ocupados con sus tareas académicas. Lo
      estaban y mucho, pero el principal motivo de su ausencia en Es-
      tocolmo fue que su salud no era buena. Pierre sufría dolores en
      brazos y piernas, que habían llegado a ser tan fuertes que incluso
      tenía problemas para vestirse. Curiosamente, para mitigarlos to-
      maba estricnina, un potente veneno según sabemos hoy en día.






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