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UN NUEVO DUQUE
Desde que en 1676 pasó a ser consejero de la casa de Brunswick-
Luneburgo en la corte de Hanóver, Leibniz había dedicado muchos
esfuerzos a servir a los duques respectivos en todo aquello que le
encargaban, proponiendo muchas veces temas que consideraba
que podían ser de interés. Tuvo libertad y respaldo para dedicarse
a proyectos que había considerado interesantes. Además, la labor
de atención a los encargos del duque le permitió dedicar tiempo a
sus estudios y sus relaciones con científicos, técnicos, teólogos y
filósofos de muchos países.
Muchos proyectos presentados al ducado fueron bien recibi-
dos y apoyados personal y económicamente. Pero eso iba a can1-
biar radicalmente, planteándole muchos quebraderos de cabeza y
sinsabores en los años que le quedaban de vida.
En junio de 1698 murió, después de una larga enfermedad, el
duque Ernesto Augusto, el gobernante durante cuyo mandato el du-
cado de Brunswick-Luneburgo había pasado a convertirse en elec-
torado. Lo sustituiría su hijo Jorge Luis, quien llegaría a ser el rey
Jorge I de Gran Bretaña. Las relaciones con el nuevo duque no fue-
ron nunca lo cordiales que habían sido con su padre y su tío, hasta
el punto de que cuando Jorge se trasladó a Inglaterra, impidió que
Leibniz viajara con él, obligándolo a permanecer en el continente.
CÓDIGOS ANTIGUOS Y MODERNOS 133