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años, aunque muchos hemos vivido las épocas en que no existían.
Con los símbolos que utilizamos en la ciencia pasa lo mismo. Esta-
mos acostumbrados a escribir y operar números y funciones con
símbolos, que pensamos que se han utilizado siempre, cuando, por
ejemplo, los números indoarábigos que usamos como numeración
principal se han utilizado durante menos tiempo que los números
romanos.
En los siglos XVI y XVII, una de las dificultades para intercam-
biar resultados o para entender lo que habían desarrollado otros
científicos era precisamente la inexistencia de una notación clara
y unificada.
Los símbolos + y - para las operaciones de sumar y restar
no comenzaron a usarse hasta el siglo xv en Alemania. Incluso
durante bastantes años hubo países, como España, donde se si-
guieron utilizando los símbolos j5 y iñ (iniciales de plus y minus ).
El uso del signo x para la multiplicación se asocia a Oughtred, el
inventor de la regla de cálculo.
El uso de la barra para indicar la división se considera un in-
vento árabe, y fue Fibonacci ( ca. 1170-ca. 1250) quien la extendió
por Europa. Como curiosidad, fue en el siglo XIX cuando el mate-
mático inglés Augustus de Margan (1806-1871) comenzó a utilizar
la versión alb por motivos de tipografía, ya que en los libros la
expresión
a
b
ocupa tres líneas, mientras que la otra solo ocupa una.
Newton fue el primero que utilizó las potencias para repre-
sentar fracciones y raíces. Así, utilizaba a- para la expresión
1
1
a
315
y a para ~- El símbolo ✓ para las raíces, como deformación
de la letra r, comenzó a utilizarse en el siglo XVI.
El inglés Robert Recorde (1510-1558) fue el primero en uti-
lizar el símbolo =, pues decía que no había nada más igual que
dos líneas paralelas, aunque tardó casi un siglo en ser aceptado
130 CÓDIGOS A NTIGUOS Y MODERNOS