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gran éxito, ya que la misión católica no había avanzado mucho
en ese aspecto.
Leibniz publicó su obra principal sobre China pocos meses
antes de morir, con el título Discours sur la théologie naturelle
des chinois (Discurso sobre la teología natural de los chinos). En
ella defendía que los antiguos chinos habían creado una religión
natural que era compatible con el cristianismo. Mostró aquellos
aspectos de la filosofía china antigua que eran compatibles con la
suya propia. Y en la última parte exponía su sistema binario y su
relación con el J Ching. También indicaba dos puntos importantes
que hacían de China un pueblo civilizado a la altura de Europa:
sus tres mil años de crónicas históricas, más tiempo que en Eu-
ropa, y un avance importante en la filosofía práctica ( educación,
asuntos civiles, relaciones personales) y en las ciencias, solo su-
peradas por la ciencia europea.
EL «1-CHING» Y EL SISTEMA BINARIO
El I-Ching, o Libro de las mutaciones, es un antiguo tratado chino
que sirve para hacer predicciones. Se trata de una especie de oráculo
que nos indica cosas que pasarán relacionadas con la familia y otros
aspectos, aunque también es una obra que desarrolla la filosofía
taoísta del ying y el yang. Inicialmente escrito por el emperador
mítico Fu-Hsi alrededor de 2400 a.c., después se fue ampliando en
épocas posteriores, por ejemplo, por Confucio en el año 500 a.C.
Su interpretación se basa en una serie de símbolos, cada uno
de los cuales tiene distintos significados dependiendo del aspecto
que se estudie. Estos símbolos están formados por líneas conti-
nuas y discontinuas, agrupadas en trigramas, variaciones con re-
petición de esos dos elementos tomados de tres en tres. Los ocho
trigramas posibles aparecen en la figura siguiente:
128 CÓDIGOS AN TIGUOS Y MODERNOS