Page 136 - 04 Max Planck
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Los seminarios de Planck sobre la teoría de la relatividad die-
                     ron a conocer la nueva teoría a quien por aquel entonces era su
                     asistente, Max: von Laue. Von Laue se puso a trabajar en diversos
                     problemas relativistas y se convirtió en uno de los mayores exper-
                     tos de su tiempo. De hecho, fue el autor del primer libro de texto
                     dedicado íntegramente a la teoría especial de la relatividad. En la
                     primavera de 1909, Planck viajó a Estados Unidos y dio una serie
                     de  conferencias científicas en la Universidad de Columbia,  en
                     Nueva York, recogidas en el libro Ocho lecciones de física teórica.
                     En una de estas conferencias presentó los elementos fundamen-
                     tales de la teoría de la relatividad, convirtiéndose así en el primer
                     científico en propagar la teoría entre la cada vez más pujante co-
                     munidad de físicos estadounidenses.
                         Durante esa visita, Planck quedó asombrado del antialcoho-
                     lismo imperante en la sociedad estadounidense de la época, hecho
                     en el que también había reparado Boltzmann con motivo de una
                     visita a  la universidad californiana de Berkeley en 1906.  En el
                     texto «El viaje de un profesor alemán a Eldorado» hace un ágil y
                     divertido relato de su estancia en dicho país, mostrando sus muy
                     notables aptitudes para la literatura. Tras describir sus problemas
                     de vientre, causados, según él, por tener que beber agua en las
                     comidas, Boltzmann compara el efecto que produjo en un colega
                     estadounidense su pregunta sobre dónde podía encontrar vino,
                     comparándolo con el que hubiera producido preguntarle por la
                     dirección de una casa de citas. Y añade:

                         Miró alrededor con preocupación por si alguien nos estaba escu-
                         chando, me estudió con la mirada para convencerse de que estaba
                         hablando en serio y, finalmente, me dio el nombre de una excelente
                         tienda en Oakland que vendía vino californiano.

                         Boltzmann consiguió su vino, pero se lo tuvo que beber a
                     escondidas después de las comidas.  Por lo visto su vientre lo
                     agradeció. Planck escribió al respecto: «Durante toda mi estan-
                     cia no bebí ni una gota de vino o de cerveza, ni estuve siquiera
                     cerca de ningún licor,  en consecuencia me sentía excepcional-
                     mente bien».






         136         CONSTANTES UNIVERSALES CONTRA LA INCERTIDUMBRE
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