Page 157 - 04 Max Planck
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W erner Heisenberg  dirigía  el  Instituto  Max  Planck  de  Física.
        Planck veía así doblemente recompensado su infatigable esfuerzo
        por salvaguardar la física alemana de los avatares del período nazi.
        El 4 de octubre de 1947, tras casi un año de retiro definitivo, Max
        Planck moría en el hospital de Gotinga de un derrame cerebral.





        BATALLAS DESPUÉS DE MUERTO

        A finales del siglo XI el caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar,
        conocido como el Cid Campeador, conquistó a los árabes la ciu-
        dad de Valencia y reinó en ella hasta su muerte. Los almorávides
        hostigaban continuamente la ciudad y la reconquistaron poco des-
        pués de la muerte del Cid.  Cuenta la leyenda que sus hombres
        montaron al Cid, ya muerto, en su caballo para defender la ciudad,
        y que sus enemigos, al ver la silueta del que tantas veces les había
        derrotado, huyeron despavoridos.
            Algo  parecido sucedió con Max Planck durante la Guerra
        Fría, según nos cuenta el historiador alemán Dieter Hoffmann,
        experto en la vida y obra del gran científico. A los diez años de su
        muerte tuvo ocasión de librar una última batalla por algo por lo
        que él había luchado toda su vida: la ciencia alemana. En abril de
        1958 se cumplían cien años de su nacimiento. Alemania estaba
        dividida en dos estados: la República Federal de Alemania, la Ale-
        mania Occidental, aliada de Occidente y con numerosas bases
        militares estadounidenses desperdigadas por su territorio; y la
        República Democrática Alemana, la Alemania Oriental, gober-
        nada por un régimen comunista y bajo dominio de la Unión So-
        viética. Todavía no se había construido el muro de Berlín, pero el
        Partido Socialista Unificado de Alemania regía los destinos de los
        alemanes del Este, y aspiraba a controlar todo cuanto ocurría en
        su suelo.
            La ciencia alemana estaba dividida en dos y en cada uno de los
        dos países vivían algunos de los grandes físicos alemanes de la pri-
        mera mitad del siglo. En Alemania Occidental destacaban Heisen-
        berg, Von Laue y Hahn. En Alemania Oriental había quedado Gustav






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