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griego, latín e inglés, en matemáticas desplegó toda su genialidad,
       pues fue capaz de obtener la serie infinita de una función trigono-
       métrica, en particular de la inversa de la tangente:
                                    x3  x5   x1
                        arctanx = x - -  + -  - -  ...
                                     3   5   7
          En 1928, a la edad de dieciséis años, Alan fue capaz de «enten-
       der» la teoría de la relatividad de Einstein, y en 1929 comenzó a
       leer con gran entusiasmo a Schrodinger y la mecánica cuántica.
       Fue precisamente durante ese año cuando conoció y entabló una
       estrecha anlistad con Christopher Morcom, un alumno de un curso
       superior. Se trataba de un muchacho de gran talento científico,
       que falleció repentinamente dos años después a causa de la tuber-
       culosis. Durante ese corto período Christopher y Alan entablaron
       una gran amistad,· compartiendo sus inquietudes científicas juve-
       niles. Se trató sin duda de la primera vez que Alan Turing conocía
       a alguien de su edad con inquietudes y gustos parecidos. Además,
       esta amistad sirvió para que Alan mejorara algunas cualidades per-
      sonales, por ejemplo, se volvió más comunicativo con otras perso-
       nas. Su anlistad fue tal que ambos viajaron al Trinity College, en
       Cambridge, para solicitar dos becas que les permitieran estu-
       diar en tan insigne centro. Otra de las muestras de su tenacidad es
       que en esa época tuvo que exanlinarse dos veces para conseguir
      una beca en la Universidad de Cambridge, la primera en 1929, y la
       definitiva, conseguida con perseverancia, al año siguiente tras pre-
      sentarse de nuevo. Sin embargo, todos aquellos sueños juveniles
       de amistad e inquietudes comunes se vinieron abajo tras el regreso
      a Sherborne. La repentina muerte de su amigo tuvo un gran im-
      pacto en su ánimo, sumergiéndolo durante un tiempo en una cierta
       crisis que lo apartó de la religión, lo que le condujo a una postura
      próxima al ateísmo. Curiosamente, durante casi tres años, según
      consta en las cartas escritas por Turing a la madre de Morcom,
      estuvo preocupado sobre cómo la mente humana, y por tanto la de
      su amigo fallecido, se alojaba en la materia, es decir en el cuerpo
      humano.  Más aún,  y pese a  su incipiente ateísmo,  creía que la
      mente sobrevivía al cuerpo y se preguntaba cuál era el mecanismo
      mediante el que la mente se liberaba definitivamente del cuerpo





                                                 WUÉ ES UN  ORDENADOR?      19
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