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de cada rotor había a su vez veintiséis cables que conectaban cada
uno de los contactos en una de las caras del rotor con algún otro
de los contactos situado en su otra cara. Si a esto afiad.irnos que
la trama de cables que conectaban los contactos de las dos caras
de cada rotor era diferente de un rotor a otro, el resultado era
una máquina diabólica. Lo habitual era que una máquina Enigma
tuviera tres o cuatro rotores en línea definiendo, para cada pul-
sación de una tecla, un cierto circuito eléctrico que era distinto
del que resultaba tras pulsar la siguiente tecla, ya fuera la misma
o distinta. Por este motivo, el cifrado de un carácter era siempre
una letra distinta, dependiendo del circuito eléctrico que en ese
momento definieran los rotores.
El manejo de Enigma requería del siguiente protocolo. En pri-
mer lugar, antes de cifrar o descifrar un mensaje el operador de la
máquina debía colocar de derecha a izquierda los rotores en un
cierto orden. A continuación, los rotores se giraban hasta alcanzar
una cierta posición inicial, que venía representada por una de las
veintiséis letras del alfabeto, que era la única visible a través de un
visor del tamaño de un carácter. En un principio el orden de los
rotores y su posición inicial fueron las dos características de con-
figuración de las que dependía el cifrado y descifrado de mensajes.
A estas dos características se le añadió una tercera, que consistía
en la posibilidad de modificar la trama del cableado que conectaba
los contactos entre las dos caras de un mismo rotor.
Lo cierto es que el modelo original de Enigma experimentó
grandes mejoras a lo largo de la contienda. Así, por ejemplo, mien-
tras que el modelo Wehrmacht del Ejército y la Fuerza Aérea ale-
manes incluía cinco rotores y una hendidura, el utilizado por la
Marina incluía ocho rotores y dos muescas o hendiduras. Más aún,
al final del último rotor se incluyó un elemento llamado reflector,
cuyo cometido consistía en conducir el proceso de cifrado por el
camino inverso. Es decir, el resultado del último rotor se modifi-
caba de nuevo a través de los rotores regresando desde el último
situado a la izquierda hasta el primero de ellos situado a la dere-
cha. El resultado era una máquina en la que el proceso de cifrado
era igual al de descifrado, y con la que ninguna letra podía ser ci-
frada consigo misma.
58 MÁQUINAS CONTRA CÓDIGOS. TURING CRIPTÓGRAFO