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dificados con Enigma, reenviando días después la máquina a su
destinatario. Los polacos, y a través de ellos los Aliados, quedaron
perplejos ante tan asombroso hallazgo: los alemanes codificab~
la posición inicial de los rotores en el propio mensaje. La debili-
dad del método se debía a que la posición inicial del rotor, y por
tanto, cuál de las veintiséis letras debía ser mostrada a través del
visor, era indicada por duplicado en el mensaje. Por ejemplo, si la
posición inicial del rotor era la letra B, entonces en el mensaje
este dato se mostraba como BB. Desde 1932 Rejewski y su equipo
descifraron con éxito los mensajes interceptados a los alemanes,
pues fuera cual fuera la estrategia utilizada por estos últimos,
siempre manterúan el criterio de repetición de letras.
Los matemáticos polacos construyeron una máquina, el cicló-
metro, cuyo trabajo emulaba dos máquinas Enigma sincronizadas.
Más tarde inventaron una nueva máquina criptoanalítica, a la que
los polacos bautizaron con el nombre de Bomba, que era capaz de
detectar ciertos patrones en un mensaje a través de una serie de
rotores que emulaban el funcionamiento de tres máquinas Enigma.
A partir del análisis de la frecuencia de estos patrones de letras en
los mensajes, a los que llamaron huellas y hembras, lograron au-
tomatizar el descifrado de los mensajes interceptados.
Pero este éxito duró poco, ya que a finales de 1938 los alema-
nes introdujeron tres rotores más a Enigma, con lo cual pasaron
a tener un total de seis rotores. Ahora los polacos necesitaban
unas sesenta máquinas Bomba para poder descifrar con éxito un
mensaje interceptado. La falta de recursos económicos les llevó a
una inteligente decisión: en 1939 pasaron el testigo del contraes-
pionaje a la inteligencia británica y francesa. Los británicos acep-
taron el reto, creando la GC&CS (British Government Code &
Cypher School), con sede en Bletchley Park, cerca de Milton Key-
nes, una ciudad próxima a Londres. No obstante, un grupo de crip-
tógraf os polacos pertenecientes al BS 4 se dirigió a Francia. Una
vez allí colaboraron hasta finales de 1942 con los servicios secre-
tos franceses descifrando mensajes alemanes, que a su vez eran
transmitidos a Bletchley Park. Después de que los alemanes ocu-
paran el sur de Francia, la mayor parte de los criptógraf os polacos
se dirigieron al Reino Unido atravesando España. Lamentable-
MÁQUINAS CONTRA CÓDIGOS. TURING CRIPTÓGRAFO 61