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Tampoco se puede atribuir a Hubble en exclusividad la consta-
tación de la diferencia entre nébulas galácticas y extragalácticas.
A estas últimas, Lundmark las llamaba «anagalácticas».
A Hubble le dolió el rechazo de la IAU de su esquema de cla-
sificación de nébulas. Pero pronto pudo resarcirse con un nuevo
viaje a Europa que realizó con Grace. Le iban a nombrar presi-
dente de la Comisión de Nébulas y Cúmulos Globulares de la IAU
en la reunión que tendría lugar en Leiden, y Turner le comunicó
que la Royal Astronomical Society le había nombrado asociado
correspondiente. Este viaje a Europa comenzó en enero de 1928
y duró cinco meses.
¿Es LA CLASIFICACIÓN DE HUBBLE UNA BUENA
CLASIFICACIÓN?
Así debe de ser, porque se sigue utilizando. También puede ser
que se siga utilizando por inercia o tradición; después de todo,
seguimos usando los términos «tempranas» y «tardías», cuando
sabemos bien que el parámetro que alinea la clasificación de Hub-
ble no es el tiempo.
La pregunta requiere una reflexión. Una buena clasificación
ha de ser lo más sencilla posible y que, sin embargo, incluya el
mayor número de individuos posible. Parece que la clasificación
de Hubble cumple con estos requisitos, pues las galaxias que no
se alinean en el diapasón son las llamadas «irregulares», que son,
en proporción, muy pocas.
Se puede pensar que si la clasificación resultó exitosa fue por
casualidad, al haberse basado exclusivamente en placas fotográ-
ficas que solo cubrían una región muy pequeña del espectro elec-
tromagnético, la región del visible. El aspecto de una galaxia en
otras longitudes de onda no se parece nada. Es más, hoy se piensa
que, en realidad, una galaxia es básicamente su materia oscura. Su
materia visible es del orden de un 1 % aproximadamente. La mate-
ria visible es importante únicamente porque es lo que vemos, pero
dinámica y estructuralmente se puede considerar que no es más
94 LA CLASIFICACIÓN GALÁCTICA Y LOS UNIVERSOS ISLAS