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sus publicaciones, lo que ayudó a establecer una base firme, no
solo para la expansión de la actividad científica, sino también para
la evolución tecnológica y económica de su país en el primer ter-
cio del siglo XIX.
Después de tres partos, entre 1811 y 1816, la salud de Minna
Gauss se volvió más frágil y tuvo que renunciar a parte de sus
funciones como ama de casa y a sus actividades sociales, por lo
que no pudo presionar a su marido demasiado para forzar el tras-
lado a Berlín, del que era partidaria.
Aunque la vida de pareja con Minna era bastante satisfactoria
para el matemático, no puede decirse lo mismo de las relaciones
con sus hijos, especialmente los tenidos en su segundo matrimo-
nio, salvo en el caso de Therese, que se ocupó de Gauss hasta su
muerte. Con el único hijo, además de Therese, con el que mantuvo
una relación cordial fue con el mayor de los habidos en su primer
matrimonio, Joseph, que incluso colaboró con él en algunos tra-
bajos de los que hablaremos posteriormente. Aunque sus contac-
tos con su padre eran esporádicos, pues Joseph era militar, Gauss
disfrutó de esta relación y de sus éxitos en su vida profesional,
de los que daba cuenta en sus cartas personales. Las relaciones
con los dos menores, hijos de Minna, fueron tormentosas, y am-
bos, Eugen y Wilhelm, emigraron a América del Norte huyendo de
los conflictos con su padre. Eugen, en particular, siempre repro-
chó a su padre haberle obligado a estudiar leyes, carrera por la
que no se sentía interesado.
A pesar de que Gauss era una figura respetada y podía haber
usado su prestigio e influencia para diversas causas, su carácter
natural hacía que se mantuviera al margen, dedicado a sus estudios
y tratando de pasar desapercibido, incluso en situaciones en las
que podía haber ayudado a sus amigos. En este sentido es esclare-
cedor de lo dicho el suceso conocido como el asunto de los siete
de Gotinga, ocurrido en 1837. Ese año murió Guillermo IV de In-
glaterra, y le sucedió la reina Victoria; sin embargo, la ley sálica que
regía en el estado de Hannover impedía que reinase una mujer, a
pesar de que en ese momento el estado formaba parte de la corona
inglesa. Se produjo un acuerdo para salvar la situación y un tío de
Victoria, Ernesto Augusto, duque de Cumberland, pasó a reinar en
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