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No obstante, su posición cada vez era más incómoda con el
endurecimiento del fascismo y posturas cada vez más próximas
entre Mussolini y el régimen nazi de Hitler. Durante el verano de
1938, Mussolini difundió diversos manifiestos en defensa de la
raza italiana, en los que se recrudecía especialmente el antisemi-
tismo. Aquel mismo año, Ettore Majorana, uno de sus alumnos y
colaboradores más avezados, desapareció en extrañas circunstan-
cias. Por fortuna, Ferrni recibió la llamada de la Real Academia
Sueca el 10 de noviembre de 1938: le había sido concedido el pre-
mio Nobel de Física y, lo que era más importante, probablemente
la única manera de escapar con su familia de la Italia fascista.
Pocas veces un premio Nobel significó tanto. Tal vez la Real Aca-
demia Sueca tuvo en consideración su situación. Tras la ceremo-
nia, Ferrni y su familia pusieron rumbo a Nueva York.
El trabajo de Ferrni en Italia fue excepcional. Determinados
avances corno el principio de exclusión de Pauli, que limita que
algunas partículas puedan ocupar el mismo estado cuántico, le
llevaron a desan-ollar la estadística de Ferrni, que explica el com-
portamiento atómico, colectivo, de las partículas fundamentales
que justo se empezaban a descubrir y a comprender: el electrón,
el protón y el neutrón. En su honor, estas partículas que forman
buena parte del universo que conocernos, junto a otras que se
irían descubriendo posteriormente ·y que también siguen los mis-
mos principios, recibieron el nombre de ferrniones.
La visión integradora de Fermi fue crucial para vislumbrar
que la comprensión del mundo atómico necesitaba de la física
estadística, de la física que se preocupa de conjuntos inmensos de
elementos y que, sorprendentemente, permitía hacer predicciones
macroscópicas. Su famosa intuición le llevó a explicar la desinte-
gración beta y el comportamiento de los elementos radiactivos.
Fernli fue conocido por resolver problemas de forma directa y con
pocos datos (los llamados «problemas de Fermi» ). Explicó tam-
bién cómo la partícula postulada por Pauli en 1930 no era un neu-
trón convencional, sino otra partícula diferente, menos masiva,
para la que acuñó el término «neutrino» (un nombre claramente
italiano, referido a algo neutro pequeñito). Sus predicciones se
ajustaban bien a los experimentos e integraban los modelos que
10 INTRODUCCIÓN