Page 356 - Edición final para libro digital
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aliento vengaba la muerte de su padre y daba por saldada su cuenta
con la justicia divina.
—Sí Fatma. Nabir hizo pagar con su vida al verdugo de tu padre,
y prefirió morir con honra antes que vivir con remordimiento. Era
tu hermano y, a pesar de todo, te quería.
Fatma no dijo nada. La humedad nacida en sus hermosos ojos
se deslizó rauda por sus mejillas. Se abrazó a su amado esposo y,
entre los brazos de este, dejó surgir libremente sus más profundas
emociones.
Los años pasaron felizmente para la familia Kachka. Fatma se
convirtió en una reputada abogada. Ariel fue ascendido a coman-
dante auditor, y la pequeña Saida, convertida ya en una entusiasta
adolescente, pasó a ser la mayor de tres hermanos, pues David y Elad
habían llegado para hacerse cargo de las constantes complacencias
que Rebeca Linsky y David Kachka dispensaran antes a su hermana.
Los padres de Ariel, ya muy mayores, esperaban aún poder presen-
ciar la reconciliación entre ambos pueblos. Pero, en contra del deseo
de la familia Kachka, el odio y el rencor continuaron siendo la prin-
cipal herencia que, muchas veces como único legado, transmitían
los resentidos a sus inocentes descendientes. La esperanza de los dos
amantes que consiguieron superar innumerables obstáculos a su in-
quebrantable deseo, continuó siendo una utopía para todos cuantos
solamente deseaban la paz y una vida digna.
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