Page 351 - Edición final para libro digital
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do aún la pareja vivía en Tel Avid. A partir de aquel momento los
                 acontecimientos se aceleraron. La presencia de Nabir en la casa co-
                 menzaba a resultar una rémora. Si bien el hermano de Fatma ponía
                 todo de su parte y dedicaba a su recién nacida sobrina todo el cariño
                 del que era capaz, para Fatma, atender a su pequeña era una priori-
                 dad; lo cual hizo que sus cuidados a Nabir no resultasen suficientes.
                 El otrora miembro de Hamás no necesitó escuchar a su hermana
                 disculparse por su falta de atención. Asumió sin rencor alguno su
                 postura y, considerando un deber su marcha, decidió retornar a La
                 Franja.
                    —Mañana volveré a Gaza. Le dijo a su hermana un mes después
                 de nacer Saida.
                    —¿A Gaza? —Le preguntó extrañada Fatma—. Pero allí correrás
                 un serio peligro. Además, aún no estás bien del todo.
                    —Estoy lo suficientemente recuperado para arreglármelas por mí
                 mismo. En cuanto al riesgo que supone volver a Gaza, creo que no
                 será un problema.
                    Nabil hablaba en voz baja. Denotaba preocupación en sus pa-
                 labras, y aquella manera de expresarse no tranquilizó a la palestina.
                    —Sé que ahora, con la niña, las cosas son aquí más complicadas.
                 Pero puedes quedarte un tiempo más, hasta que te recuperes total-
                 mente. En cuanto puedas trabajar el señor Kachka te buscará una
                 ocupación. Ya te dijo que no te preocupases por eso.
                    —Lo sé. Sé que tanto Ariel como su padre desean lo mejor para
                 mí. Pero mi lugar está en Gaza, con nuestra gente.
                    —¿Y dónde vivirás?, ¿cómo saldrás adelante?
                    —No te inquietes. Tengo muchos amigos allí.
                    —Sí. Todos pertenecientes a Ezzeddin Al-Qassam. ¿Es que pien-
                 sas volver con ellos?
                    —¿Qué otra alternativa me queda? Ya no quiero seguir siendo un
                 estorbo para vosotros. Las cosas se han calmado en La Franja. Hace
                 meses que no hay enfrentamientos. No tendré problema alguno.
                    Fatma no insistió. En realidad, le estaba resultando muy incómo-
                 do tener a su hermano con ellos. Sabía que Ariel aceptaba la situa-
                 ción, pero no le gustaba aquello. Por otra parte, ella misma estaba
                 deseando mudarse ya a Acre. La pequeña Saida estaría mucho mejor

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