Page 204 - Mucho antes de ser mujer
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Mucho antes de ser mujer

                 —Es normal —dijo en tono irónico—, después de lo ocurri-
            do…
                 —¿Qué quieres decir?
                 —Supongo que habrás estado pensando en cómo gestionar la
            fortuna de tu padre, ahora todo te pertenece.
                 —No estoy tan segura, ¿tú sabes si mi padre tenía todo esto a
            su nombre?
                 —No lo sé, nunca me habló de eso, pero supongo que sí o,
            en todo caso, lo tendría a nombre de alguien de mucha confianza.
                 —Es muy extraño que no haya venido ningún investigador si
            conociesen que estas son sus propiedades, ¿no crees?
                 —Pues sí que es raro, a lo mejor es como tú dices y tenía todo
            a nombre de algún testaferro.
                 —¿Y cómo podemos saber quién es esa persona?
                 —No sé, supongo que en cuanto se entere de la muerte de tu
            padre se pondrá en contacto contigo, es de suponer que Rodrigo le
            dejase instrucciones de qué hacer si algo así sucedía.
                 A pesar de los argumentos esgrimidos por Susana no termi-
            naba de convencerme, algo no me cuadraba en todo aquello. Por
            algún motivo estaba convencida de que a mi padre no lo habían
            matado unos delincuentes para robarle, alguien había urdido un
            plan para quitarle de en medio; pero no conseguía imaginarme una
            razón lógica para ello, ¿si iba a ser yo quien se beneficiase por qué
            arriesgarse de aquel modo en mi provecho? Algo anómalo estaba
            ocurriendo y mi sexto sentido me decía que Susana tenía mucho
            que ver en todo aquello.
                 Faltaban tan sólo tres días para festejar mi decimoquinto cum-
            pleaños. Desde la muerte de mi padre convivíamos Elena y yo con
            Miguel. Aurelio, Tomas y Rodrigo, los tres últimos llevaban unos
            meses trabajando para nosotros, entregando pedidos y ejerciendo
            de guardaespaldas en el puesto de Carlos y su compañero, los cuales
            decidieron abandonar al morir su jefe. Sara y Sonia nunca habían
            estado allí, yo misma me comprometiera desde el principio a no


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