Page 206 - Mucho antes de ser mujer
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Mucho antes de ser mujer

            aquel momento comprendía muchas de las cosas que me habían
            preocupado tanto unos meses atrás, todo comenzaba a cuadrar, los
            comentarios de Miguel en aquel entonces, la serenidad de Susana
            y la muerte de mi padre. Por primera vez en mucho tiempo sentí
            miedo; después de haber descubierto su affaire ya no seguirían fin-
            giendo y, con toda seguridad, intentarían deshacerse de mí. Miguel
            se marchó con Susana esa misma tarde y estuve casi una semana sin
            saber nada de ellos.
                 Fue precisamente seis días después del descubrimiento cuando
            aparecieron en la finca dos coches patrulla de la policía, al verlos
            llegar desde la ventana salí a recibirles, para entonces ya no me es-
            condía, muchas veces me habían visto ya y nunca me habían cono-
            cido. Sin embargo aquel día algo no iba bien, nada más acercarme
            el agente de mayor rango me dijo.
                 —¿Señorita Bremon?, ¿Ana Bremon?
                 Titubeé al responder, no me esperaba que viniesen a por mí.
                 —Sí —asentí—, soy yo.
                 —Debe acompañarnos, ¿vive aquí con usted la señorita Elena
            Solano?
                 —Sí —volví a asentir.
                 —¿Podría llamarla, por favor?
                 —Claro, pero podrían decirme qué hemos hecho.
                 —Están ustedes acusadas de encubrimiento en la muerte del
            señor Ernesto Saralde por sobredosis, en un delito de obstrucción
            a la justicia y por el posible asesinato de su padre, el señor Rodrigo
            Bremon. ¿Conoce usted a Aurelio Beiras y a Tomás Rijas?
                 —Sí, los conozco, pero nada hemos tenido que ver en la muer-
            te de mi padre, se lo juro.
                 —No tiene que jurármelo a mí señorita Bremon, ya se lo dirá
            al juez, haga el favor de llamar a su amiga.
                 Así lo hice y ambas fuimos introducidas en los coches patrulla,
            una en cada uno de ellos.
                 Estaba claro que aquellos hombres venían muy bien informa-


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