Page 201 - De la luz a las tinieblas
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el  barranco.  Ambos  permanecieron  varios  días  en  aquella
          oculta sima, sin que las batidas de sus afines por localizarles,
          llegasen a impedir sus muertes.


              Aún más lejano en el tiempo, un suceso similar tuvo como
          protagonista  a  un  anciano  recolector  de  setas.  Un  hombre
          íntegro  y  trabajador,  que  nunca  dejara  de  ejercer  su
          gratificante actividad.
              Ni siquiera las amenazantes nubes que cubrían aquel día
          el cielo, lo persuadieron de adentrarse en el monte en busca
          de sus preciados hongos.
              Cuando  se  desató  la  temible  tormenta,  ya  no  pudo
          regresar. Una intensa  lluvia, acompañada de innumerables
          rayos que herían inclementes las exuberantes copas arbóreas,
          lo atrapo en la soledad del bosque. Bajo el espeso ramaje de
          una pequeña encina, encontró Alterio su refugio. Un refugio
          que habría de ser su última estancia.
              Algo  le  quemó  los  ojos  al  tiempo  que  sentía  una

          fulminante penetración en su expuesta fisonomía.
              La ceguera le sobrevino al mismo tiempo que la muerte.
          Su postrera visión fue aquella intensa luz, tras la cual solo
          encontró tinieblas. Un submundo de oscuridad y vacío, que
          formaría para siempre parte de su eterna existencia.
              Alterio,  al  igual  que  muchas  otras  almas  indecisas,
          permanece a la espera de su eterno destino en una lóbrega
          aldea del imperecedero reino de las tinieblas.









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