Page 196 - De la luz a las tinieblas
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Todos sus miedos y necesidades, todos sus pensamientos
          y preocupaciones, se desvanecieron con sus propias esencias.
              Ya no existía el sufrimiento ni la incertidumbre.
              En sus propias dilucidaciones anteriores, habrían definido

          aquello como un estado de interminable descanso.
              Nada de su mundo real, del que conocieran en vida, ni
          tampoco de aquel espacio tenebroso, del cual habían logrado
          escapar, formaría parte de aquella imperecedera inexistencia.
              Eran ya, tan solo, dos espíritus. Dos almas en paz en una
          inmensa, oscura y agradable eternidad.
              Su larga travesía, huyendo de la cruel penumbra, los había
          llevado hasta una total y real evanescencia, convirtiéndolos
          en entes puros e incorpóreos, impregnados de una sublime
          felicidad eterna.
              Aquella  caída  hacia  la  ausencia  era,  probablemente,  el
          recorrido final a su regreso. Su aparición en el mismo lugar
          donde habían comenzado su increíble viaje a lo desconocido.
          Al mundo de la nada, en el que se vieron atrapados desde el

          día en que vieran desaparecer el sol.




















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