Page 191 - De la luz a las tinieblas
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que se quedase rezagado sería víctima de sus perseguidores,
          y quien intentase ayudarlo correría la misma suerte. Era el
          momento de un último y denodado esfuerzo. Solo el destino
          marcaba ya su final.

              En su definitiva carrera hacia las peñas, no quiso mirar
          atrás. Tan solo pensó en huir de aquellos horrendos seres.
              También  Orgán,  optó  finalmente  por  abandonar  al
          rezagado  Dalman.  A  pesar  de  su  avanzada  edad,  casi
          mantenía  el  ritmo  del  pastor.  El  viejo  se  movía  con  una
          rapidez inusitada.  Intentaban evitar, a toda costa, caer en las
          garras de los cazadores.
              Dalman,  por  el  contrario,  se  movía  con  dificultad.  La
          interminable inactividad, que fuera su rutina en la aldea, le
          estaba pasando factura. Su cuerpo ya no daba más de sí. Ni
          siquiera  el  terror  que  le  provocaba  ser  atrapado  insuflaba
          suficiente adrenalina a su exhausto organismo.
              Orgán miro un momento hacia atrás, sin parar de correr.
          Pudo  ver  a  su  viejo  amigo  avanzando  dificultosamente.

          Mientras, a muy poca distancia, los temibles cazadores casi
          le daban alcance. Gritó desesperando, intentando dar ánimos
          a  su  compañero,  pero  ya  los  clamores  de  Dalman,  siendo
          atrapado por los  lacayos  del  Señor del  Fuego, llenaban  el
          silencio del extenso prado.
          Andrés se detuvo un instante. Temió que la afección de
          Orgán influyese negativamente en su deseo de salvación.
          Gritó desesperado, animándolo a continuar.

          —¡No te detengas, nada podemos hacer ya por él! ¡Solo un
          poco más y estaremos a salvo!




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