Page 187 - De la luz a las tinieblas
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esperanza futura quedaría limitada al eterno padecimiento en
el castillo del fuego.
Aquella luz, que surgía majestuosa detrás de los
farallones, era la guía de su inminente camino hacia la
libertad. Pero, paradójicamente, podría ser también una
indeseada travesía hacia el infierno.
La tensión era máxima. Se debatían entre el deseo de
alcanzar cuanto antes la luz y el miedo que les ocasionaba
verse tan desamparados en el enorme valle.
Eran varios, cientos, quizás miles, de metros sin un solo
lugar en el que ocultarse. Si los cazadores regresaban, nada
podrían hacer por evitarlos.
Durante un buen rato permanecieron ocultos detrás del
último gran árbol, que representaba el final de la lúgubre
foresta. Tardaron en tomar la decisión. Los riesgos eran
evidentes, y sus posibilidades de éxito dependerían en gran
medida de la suerte.
—¿Qué hacemos? —preguntó Andrés, recuperado ya de
su decaimiento moral.
—Está claro que debemos arriesgarnos. Hemos llegado
muchacho, tú tenías razón. Y ahora estamos aquí, a tan solo
unos cientos de metros de la libertad. Nada, de todo cuanto
hemos pasado, habrá valido la pena si nos falta el valor para
recorrer este último tramo.
Andrés se debatía entre la pena, que le invadía por la
muerte de los góronas, y la alegría que sentía al verse tan
cerca de lo que fuera su principal razón de existir, desde que
decidiera desoír las advertencias de su perro.
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