Page 190 - De la luz a las tinieblas
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A pesar de todo, a los ancianos les resultaba muy difícil
mantener la cadencia. Faltaba mucho aún para alcanzar las
rocas, y la fatiga, especialmente en Dalman, ralentizaba
peligrosamente su avance.
Orgán, de edad aproximada, pero bastante más en forma,
también tendía a quedar rezagado. Andrés arriesgaba mucho,
limitando sus energías para no desentenderse de sus dos
acompañantes, pero en ningún momento se planteó
abandonarlos.
Llegar hasta aquellos peñascos significaba la libertad.
Una libertad tan deseada como difícil de alcanzar. Quizás, la
solidaridad del pastor no fuese lo más adecuado en aquel
momento. Si todos caían en manos de los cazadores de nada
habrían servido sus esfuerzos. Gosún y Garan habrían muerto
en vano.
Orgán era consciente de que Dalman estaba resultando un
serio impedimento, pero no quería abandonar a su amigo.
—Ve tú delante. No esperes por nosotros —le dijo a
Andrés.
No necesitaban ver a los cazadores que se acercaban
desde el bosque. Podían percibir su cada vez más cercana
presencia. El sonido galopante de sesenta pezuñas,
machacando la hierba y acercándose a ellos a una velocidad
endiablada, hizo aflorar la poca fuerza que aún se ocultaba
tras su agotamiento.
El joven dudó un momento. Solo un momento. Ya no
tenía ningún sentido su solidaridad. De perseverar en su
colaboración, todos caerían en las garras de aquellos
monstruos. No quedaba tiempo ya para la camaradería. El
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