Page 7 - De la luz a las tinieblas
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chaleco de piel de oveja y su gastado pantalón de lana gris no
          eran  suficiente  abrigo  para  paliar  sus  temblores,  producto
          más  de  los  nervios  que  de  la  propia  sensación  térmica.
          Incapaz  de  contener  su  estremecimiento,  se  incorporó

          agitado.
              Miro al cielo, buscando allí la repuesta a tan repentino e
          inesperado cambio. Para su sorpresa, no se veía nube alguna.
          La atmósfera estaba totalmente despejada y el sol seguía allí,
          en  su  cenit.  Sin  embargo,  su  brillo  menguaba progre-
          sivamente. Se apagaba sin motivo aparente.
              La cálida caricia, que tan solo unos minutos antes había
          hecho las delicias de animales y pastor, se fue disipando en
          el frescor de aquel extraño e inexplicable suceso.
              Apenas  unos  minutos  después  de  comenzar  el  insólito
          fenómeno,  el  radiante  y  candente  disco  desapareció  por
          completo.
              No se trataba de una puesta anticipada. Tampoco de una
          natural  ocultación  del  astro.  Simplemente  se  había

          difuminado. Se había disipado en una incomprensible tran-
          sición. Del más resplandeciente brillo a la absoluta nada ce-
          lestial.
              A pesar de ello, perduraba una tenue luz. Muy tenue, pero
          con  la  intensidad  suficiente  para  definir  las  siluetas  de
          los animales y objetos que conformaban la lúgubre escena.
              En un primer instante, Andrés se quedó paralizado. No
          sabía qué hacer, y no alcanzaba a comprender lo que estaba
          ocurriendo.
              Observó con asombro como la celeste cúpula se  trans-
          formaba  hasta  convertirse  en  ausencia.  Sin  una  sola nube,

          sin  sol,  sin  luna  y  sin  estrellas.  ¡Absolutamente  nada!
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