Page 11 - De la luz a las tinieblas
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sueño, del cual no tardaría en despertarse. Pero la realidad
          permaneció ante él. Invariable y misteriosa.
              Durante aquellos interminables segundos de quietud, con
          la mirada fija en la penumbra, pudo distinguir a unos cuantos

          metros     como      el   camino      terminaba      bruscamente,
          desapareciendo en un oscuro fondo sin silueta. «Como si al
          final del mismo terminase todo», pensó.
              Armándose  nuevamente  de  valor,  decidió  continuar
          adelante. Concluyó que todo aquello tendría una explicación
          razonable,  y  quería  saber  cuál  era.  No  haber  percibido  la
          blanca silueta del ternasco en aquel entorno tan sombrío lo
          inquietaba.
              Los  laterales  de  aquella  especie  de  callejón  natural  se
          erguían casi en vertical. La maleza hacía imposible el acceso
          por  su  falda.  Por  lo  tanto,  el  pequeño  cordero  no  habría
          podido desviarse de la ruta que él estaba siguiendo. Pero, «¿si
          el sendero terminaba allí adelante, a dónde habría ido a parar
          el pobre animal?».

              Pronto  lo  averiguaría.  Su  oscuro  destino  estaba  muy
          cerca. Allí hallaría la respuesta a todas sus inquietudes y sus
          miedos.
              Continuó avanzando, sorteando las rocas casi a ciegas.
          Hacía  rato  que  no  escuchaba  los  ladridos  de  Seter.  «¿Se
          habrían disipado en la distancia?, ¿o por alguna otra razón, el
          can habría dejado de emitir sus llamadas?».
              Aquel repentino silencio aumentó su nerviosismo. Pero
          algo  superior  a  su  sentido  común  lo  empujaba  a  seguir
          adelante.





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