Page 10 - De la luz a las tinieblas
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reciente realidad. Solo permanecían  invariables el prado y

         aquel tosco sendero. Por lo demás, un inmenso vacío y la
         interminable y fría penumbra hacían del lugar un espacio de
         espeluznante soledad.
             Andrés  había  recorrido  más  de  trescientos  metros  en
         busca del pequeño ramiro sin hallar el menor indicio de su
         presencia.  Se  hallaba  inmerso  en  lo  desconocido  y  no
         lograba  ver  el  final  de  aquella  senda.  Su  situación  era
         aterradora.
             Se detuvo. Su mente se inundó de confusos pensamientos.
         Pero  se  esforzó  por  no  perder  la  calma.  Tenía  que  evitar
         convertirse en presa del pánico.
             Así y todo, estaba tan asustado que no podía pensar con
         claridad. Ni siquiera el animal perdido, la razón que lo había
         llevado hasta allí, lo preocupaba ya.

             Desconcertado, se empeñaba en encontrarle una lógica a
         lo sucedido. Pero, fuese lo que fuese, aquello lo superaba.
         Vencía incluso a su valor.
             Su habitual impavidez, labrada a lo largo de prolongadas
         estancias en la montaña sin más compañía que sus ovejas y
         su  fiel  compañero  canino,  se  vio  totalmente  mermada  en
         aquel momento.
             Nunca se había considerado un cobarde, pero en aquel
         instante sentía pavor. Un intenso temor a lo desconocido. A
         algo  a  lo  que  no  podía,  ni  sabía,  hacerle  frente.  Estaba
         angustiado, hasta tal punto que le costaba incluso articular

         sus  movimientos.
             Permaneció  un  buen  rato  inmóvil,  sin  avanzar  un  solo
         metro. Esperando  ilusamente que aquello fuese solo un mal



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