Page 8 - De la luz a las tinieblas
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Tan solo aquella tenue claridad sin procedencia concreta.
Aquel rocío, casi helado, que hacía del ambiente un tétrico
crepúsculo.
Los sonoros ladridos de Seter lo sacaron de su
abstracción. Prestando atención a su procedencia, pudo ver
como el can intentaba, infructuosamente, recuperar a un
cordero que se iba alejando del hato. La blanca silueta del
pequeño borrego destacaba en la fosca prominencia rocosa,
que se percibía como una lúgubre sombra al final de la
pequeña meseta.
Viendo que el perro no conseguía su propósito y que el
resto de los borregos comenzaban también a dispersarse
decidió ir el mismo a por la res.
Ordenó al podenco volver con el grupo y se afanó en
recuperar a la descarriada cría.
Corrió siguiendo al animal, que se alejaba trotando, hasta
ver como desaparecía por un estrecho y escarpado sendero
que nacía al final del llano.
Sumido en la densa niebla, aquel angosto camino se hacía
prácticamente intransitable.
La tenue luz, y la escarcha que se había depositado sobre
las piedras sueltas que jalonaban la senda, hacían casi
imposible perseguir al borrego.
A pesar de todo, Andrés no se dio por vencido. Su rebaño
era todo cuanto poseía. Debía evitar que aquel pequeño
rebelde fuese pasto de los lobos.
Aunque al principio el desnivel no era muy pronunciado,
unos cien metros más adelante, a la salida de un recodo, se
hacía extremadamente empinado y difícil de transitar.
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