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José Manuel Bermúdez Siaba
Consta desde el siglo XV la presencia de personal en el convento. Concreta-
mente, estaba este habitado por un guardián, veinte sacerdotes y cinco coristas
y legos. Según los cronistas de la época, este convento tuvo un amplio cuadro
de sabios y santos. Formaron parte de esta comunidad; fray Antonio de Acuña,
quien dotó la biblioteca y fue responsable de la misma; fray Gaspar de Mondra-
gón; fray Juan de Muros; fray Martín de Monreal y fray Arias de Fresco, este
último sepultado en el propio convento bajo la lámpara del altar mayor.
A pesar de la opinión de fray Anastasio López, quien dice: «El convento de
El Rial de Muros es uno de los varios oratorios fundados en Galicia por fray
Gonzalo Marino para la observancia, antes de 1407. Es, sin duda, el que
en la gula del antipapa Benedicto XIII es llamado Santa María de Rale, en
la diócesis de Santiago. Muchas veces hemos fijado nuestra atención en los
restos de edificación románica, que se ve por doquier en el convento de San
Francisco de Louro. Capiteles, columnas y arcadas nos indicaban que allí
había existido un edificio, tal vez anterior al siglo XIII, y que quizás era una
Iglesia -la capilla dedicada a Santa María-. Aprovechándose de ella Fray
Gonzalo Marino fundaría en aquel paraje solitario el convento u oratorio
de Santa María del Rial, que más tarde tomó el título de San Francisco». El
historiador don Ramón Artaza creía que el convento fue fundado por los veci-
nos de Muros; basándose para ello en la tradición y en un documento municipal
del 24 de febrero de 1820 en el que, contestando el ayuntamiento de Muros a
un oficio dirigido por el ayuntamiento de Santiago relativo a la petición de una
relación descriptiva de la Villa, con motivo de unos trabajos encaminados a ha-
cer volver la Audiencia Nacional del Reino de Galicia a Santiago, al referirse al
convento de los franciscanos dice: «A la distancia de una muy corta media
legua hay un convento de religiosos...». También habla el mismo documento
sobre la historia de Muros, a la cual divide en tres épocas y dice: «Alcanza la
primera hasta Felipe II, en esa primera época el Eremitorio pasó a ser con-
vento formal...». Otro de los elementos que prueba, según don Ramón Artaza,
de una manera real la participación de los muradanos en la construcción del
convento, es una inscripción que aparece en uno de los lienzos del claustro y
que dice: «Este paño de claustro hizo Bastián BaÇar y su mujer Margarita
Pérez, cordero 1646.».
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