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José Manuel Bermúdez Siaba
Era don Diego un gran teólogo y escritor. Con tan sólo 14 años entró a formar
parte del servicio de don Lope de Mendoza, Arzobispo de Santiago, hasta que
este se tuvo que desplazar a Valladolid. Posteriormente llegaría a ser embajador
de Enrique IV y de los Reyes Católicos; comendador de Segovia, Toledo, Va-
lladolid y Guadalajara (1.464) y provincial de su orden en Castilla y Portugal,
cargo que comenzó a desempeñar en 1466. Formó parte del consejo de los Reyes
y estuvo, como oidor, en su audiencia, además de muchas otras actividades lle-
vadas a cabo a lo largo de su vida.
El 30 de agosto de 1465, el rey Enrique IV lo nombró su capellán y le asignó
una cantidad de 30.000 maravedís para que los donara como renta Real a cual-
quier villa del Reino de Galicia. Don Diego pidió que la cantidad otorgada fuese
destinada a las alcabalas de vino y pescado de la Villa de Muros, en aquel tiempo
perteneciente el arzobispado de Santiago. Este privilegio, redactado por el no-
tario del Rey el 1 de octubre de 1465 en la villa de Olmedo, fue trasladado a las
autoridades muradanas, siendo entregado a los señores don Diego de Muros, don
Pedro Patiño y don Martín Salazar el 20 de marzo de 1476 en la villa de Noia.
El 15 de junio de 1472, Diego de Muros I es preconizado obispo de Tui, cargo
que desempeñaría hasta 1487 -con graves dificultades acontecidas durante su
obispado-, fecha en la que es trasladado a Ciudad Rodrigo, para cuya sede ecle-
siástica fue presentado por los Reyes Católicos mediante una carta escrita por
estos a sus embajadores en la Santa Sede el 2 de mayo de 1486.
Cuando reclamaron las cortes contra las concesiones hechas por Enrique IV
y los Reyes Católicos anularon la mayoría de ellas, el confesor de la Reina, Fray
Hernando de Talavera, formó un listado en el que figuraba don Diego de Muros,
obispo de Tui, como una de las personas propuestas para que se anulara su pen-
sión de 30.000 maravedís.
Tomadas las tierras del obispado por los portugueses, don Diego debió aban-
donar su diócesis, volviendo a tomar posesión de su territorio cuando se conside-
ró definitivamente a salvo de los lusos. Sin embargo, el rey Frontero de Barcelos
nombró a Pedro de Mendaña para hacer la guerra en Galicia, tomando los portu-
gueses nuevamente Tui y otros tres castillos pertenecientes al conde de Caminha.
Esto dio lugar a la prisión de don Diego en 1477, dando origen a una época espe-
cialmente desafortunada para el obispo de Tui, que llegó a permanecer encerrado
durante 15 meses en una jaula. En 1485 fue hecho nuevamente prisionero por
el conde de Caminha, quien ordenó encerrarlo en una bóveda subterránea en la
fortaleza de Fornelos.
Don Diego le perdonó, pero siguió molestando a su sucesor, don Pedro Bel-
trán, desde Bayona. Esta actitud fue la causa de que en el Sínodo celebrado en el
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