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Muros. Historia viva


            un cañón apuntando hacia la Villa, cruzando su trayectoria de fuego con la de la
            batería de la playa.
               Un tercer grupo de cañones estaba montado sobre una pequeña plaza circular
            de piedra saliente hacia el mar, cerca del faro de Rebordiño, justo enfrente del
            que conocemos hoy como «taller da Seat». En la actualidad se encuentra allí
            una cruz de piedra con una inscripción en relieve, hecha sobre otra piedra circu-
            lar adosada a su frente que pone: «Sálvanos Señor Que Perecemos»   .
               En el año 1520, por orden del arzobispo Fonseca III, se construyó sobre Mon-
            te Louro un fuerte para defender la entrada de a ría de los piratas que venían a
            refugiarse y a reparar sus naves en la ensenada de San Francisco, o a saquear las
            poblaciones que se levantaban a orillas de la ría desde Muros hasta Noia y Porto
            do Son. Dicho fortín disponía de 16 cañones, y era considerado como uno de los
            principales puntos de defensa contra las incursiones de los corsarios aún en el
            año 1609.
               Para vigilar las costas había repartidas por los montes más altos, y en contacto
            visual unas con otras, garitas circulares hechas de piedra, en las cuales hacían
            guardia los vecinos de la Villa y sus aledaños en turnos de 24 horas. Estas ata-
            layas se comunicaban mediante señales con banderas. Las diferentes torres se
            situaban en O Muíño do Vento, Pedras Agudas, Monte Louro y Monte Cabazo
            (en Lariño). También se ejercía la vigilancia desde el castillo, el fuerte de Monte
            Louro y el puesto de Santa Cruz. En estos lugares solían hacer guardia un piloto
            y un marinero.
               El 31 de agosto de 1689, el conde de Puñonrrostro ordenó al sargento mayor
            de la plaza de Muros llevar a cabo, ayudado por los milicianos, la reparación
            de la torre de Santa Cruz y la construcción de trincheras en la Villa para mayor
            seguridad. En esa torre hacían guardia los pilotos por turnos, y le comunicaban
            al ayudante de marina las novedades que iban surgiendo.






















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