Page 10 - cuento
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DOS
Las puertas de la casa estaban entreabiertas. Kira y Jairo, acom-
pañados de Bruno, vacilaron antes de entrar al zaguán, que se en-
contraba totalmente a oscuras. El perro tiraba fuertemente hacia
atrás y Jairo soltó la correa para que el perro no lo derribara al
suelo.
—Kira, no se ve nada —farfullaba el niño que apenas podía con el
perro.
Los dos niños no se atrevían a moverse. En la penumbra pudieron
vislumbrar una estructura o especie de andamiajes. Caminaban
con mucho cuidado, pendientes de no tropezar con nada. De re-
pente dieron un sobresalto al percibir una sombra que se acercaba
hasta ellos.
—¿Quién anda por ahí? —preguntó la voz de la sombra a la que
se le dibujaba apenas el rostro por la luz de la linterna que llevaba
para poder ver algo en la oscuridad. Esa luz le daba un toque fan-
tasmal.
—Nosotros, Kira y Jairo. Soy la hija de Antonio —contestó Kira. El
perro soltó un ladrido suave.
—Y Bruno —dijo Jairo.
—Un momento que voy a cambiar los plomos. Es una casa antigua
y se funden cada dos por tres —dijo la sombra que ya se percibía
como una mujer joven y de poca estatura.
Los niños se miraron en la penumbra y sonrieron con una mueca
burlona.
—Kira, ¿qué son los plomos? —susurró el niño en voz baja.
Ella encogió los hombros y a negó con la cabeza. De repente todo
se iluminó. Los niños se encontraban en el centro del amplio za-
guán y en el que efectivamente había un andamio montado en uno
de los lados.
estancia. Las paredes también estaban decoradas con molduras