Page 218 - UNIVERSIDAD AUTONOMA DE ICA
P. 218
Docente: Nathia Erika Castro Vilcapuma
Las lágrimas eran como parte de mi respiración solo salían sin hacer
esfuerzo alguno, estaba en un estado de depresión total, sumergida en mi
tormenta con sus nubes oscuras que me hacían compañía.
Mientras pasaban los días me empecé a dar cuenta que aquellas tan
“temidas mujeres” no eran más que otras “victimas del infortunio” traspasadas
por diferentes circunstancias que les tocó vivir y las llevó por este camino
herrado. Aquellas mujeres empezaron a acercarse a mí, para darme consuelo y
palabras de aliento. A contarme parte de sus sufrimientos y por las terribles
circunstancias que les tocó vivir a cada una de ellas, todo esto parecía ayudarme
de a pocos y sobreponerme a esta adversidad.
Empecé a tratar de conocer cada ambiente que mi estado privado de
libertad me permitiera observar y podía ver la tristeza que muchas féminas traían
reflejadas en su rostro, los ambientes de los alrededores no eran tan lúgubres
como nos podríamos imaginar. Al estar habitado por mujeres muchas de ellas ya
se habían habituado a ese lugar y lo trataban de convertir en su “hogar de paso”
(claro solo para algunas, ya que otras se quedarían hasta sus últimos días)
Decidí asistir a una de las iglesias con la esperanza de encontrar alguna
esquiva paz que siempre se me escondía, a la iglesia asistían pastores y hermanas
que nos traían la palabra de Dios y trataban de llenarnos el alma con lo más
sagrado que eran las enseñanzas de la bendita palabra que Cristo nos había
dejado para practicarla cada día de nuestras vidas. Me hice amiga de varias chicas
con diferentes edades y compartíamos nuestras penas y alegrías, aunque sea por
cosas insignificantes que nos pasaran.
Habían ciertos días de congoja para mí, esos eran los días de visitas cuando
las internas salían al patio a disfrutar y compartir con sus familiares.
Yo estaba sola, “mi querido Carlos” me abandonó desde el primer instante
que supo que había perdido mi libertad y que estaría muchos años ahí adentro.
No contaba con nadie, nunca más supe de mis hermanos mayores, quizás por el
rumbo que tomó mi vida.
185