Page 110 - El toque de Midas
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Cómo manejar un equipo
Al principio, cuando apenas comenzaba y estaba en la universidad, hice un negocio con mi padre en
Cincinnati, Ohio. Ahí encontramos un complejo de viviendas con financiamiento federal, que estaba a
punto de ser rematado. Se llamaba Swifton Village y tenía 1200 departamentos, de los cuales 800
estaban desocupados. El lugar estaba tan deteriorado, que nadie más había hecho ofertas. Sería una
gran labor, pero ofrecimos lo menos posible, y nos concedieron la propiedad.
Para acortar un poco la historia, te diré que, en menos de un año, el complejo había sido
remodelado y todos los departamentos estaban rentados. Lo más relevante, sin embargo, es que
tuvimos seis distintos especialistas en conserjería, antes de elegir al adecuado. Algunos eran bastante
honestos aunque no muy sagaces. Uno de ellos incluso se pintó a sí mismo en la esquina de un
departamento. Yo tuve que actuar como capataz y fui descubriendo que no tenían lo que se
necesitaba, empezando por sus habilidades para dirigir, por ejemplo. Finalmente encontramos al
individuo que podría realizar el trabajo. En realidad era un artista de pacotilla y un timador, pero
como administrador, tenía mucho talento. Me di cuenta de que, la mayor parte del tiempo, realizaba
bien su labor. Lo único que yo debía hacer era manejarlo porque sabía que no era cien por ciento
confiable. Tuvimos que establecer una relación de respeto mutuo, pero siempre muy cautelosa. No
me parecía lo ideal, pero nos funcionó y Swifton Village prosperó bajo su cuidado. Tal vez era un
ladronzuelo, pero también era un hombre muy capaz. Recuerdo que solía bromear con él: “Te vamos
a pagar 50 000 dólares, más todo lo que puedas robar”. Fue una negociación muy peculiar pero,
gracias a ella, el lugar se mantuvo funcionando bien. Muchos años después el vecindario comenzó a
decaer y tuvimos que vender el desarrollo. Tuvimos respuesta inmediata, pero la mayor lección que
aprendí fue haber hecho aquel trato con el conserje porque aprendí a negociar y asociarme con gente
difícil. Por razones obvias, me costaba mucho trabajo confiar en él y siempre estaba a la defensiva,
pero aprendí muchísimo.
Mis equipos
Para cualquier proyecto en que nos involucremos, a nivel nacional e internacional, siempre formamos
equipos que puedan enfrentar las necesidades diarias y las exigencias de cada sitio de construcción.
Trump International Hotel & Tower Chicago, cuenta con un gerente general, al igual que cada uno de
los otros proyectos. Por supuesto también se asigna un equipo completo de empleados que, de cierta
forma, funciona como una especie de sociedad. Todas las entidades tienen que trabajar y fluir en
conjunto para lograr el éxito, particularmente en la industria hotelera, porque depende muchísimo de
un servicio de excelencia. Por supuesto, ésta es una prioridad en todos los edificios. Mis gerentes y
empleados saben que soy exigente pero justo, y que el estándar que representan es lo que hace que la
gente dé lo mejor de sí misma.
Actualmente, tengo en la organización a un nuevo equipo encargado de hacer que la serie de
hoteles Trump alcance reconocimiento internacional. Me refiero a mis tres hijos mayores: Don,
Ivanka y Eric. Han trabajado en muchos proyectos y probado su solvencia como socios. Tal vez
comenzaron siendo aprendices, pero ahora sólo les llamamos así cuando aparecen como mis
asesores en el programa de televisión.
Si pienso en los socios perfectos, ellos siempre me vienen a la mente porque trabajan con
muchísimo ahínco, aman lo que hacen y, de manera independiente, pueden producir resultados de los
que cualquier empresario genuino estaría orgulloso. Ivanka tiene su propia línea de joyería, zapatos y