Page 108 - El toque de Midas
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buenas ideas, pero no lograban concretar nada y, por otra parte, también he conocido gente que tiene
  una capacidad muy fuerte para llevar proyectos a buen término.



  El mejor socio
  Cuando comencé tenía un socio de negocios maravilloso: mi padre. Y creo que será muy difícil que

  alguien lo remplace porque teníamos una excelente relación. Yo trabajaba en sus construcciones cada
  verano y, como ya lo mencioné, ahí noté que le prestaba muchísima atención a los detalles, rasgo que
  me interesa imitar. Por ejemplo, recuerdo que recogía, por toda la construcción, clavos nuevos que
  los albañiles no habían utilizado, y luego los guardaba para que estuvieran disponibles y se les diera

  uso.
        Mi  padre  no  tenía  pasatiempos  porque  su  trabajo  lo  absorbía  por  completo.  Además  lo
  disfrutaba mucho y, por eso, no creía que fueran necesarias las diversiones. Siempre estaba tomando
  notas  y,  por  la  noche  y  los  fines  de  semana,  hablaba  mucho  por  teléfono.  Escucharlo  fue  parte

  importante de mi educación. Mi padre sabía negociar muy bien, y creo que haber puesto atención a
  sus  conversaciones  —todas  estrictamente  de  trabajo—  me  hizo  ser  mejor  en  este  ámbito.  Era  un
  hombre concreto y no le gustaba perder el tiempo. Siempre iba al grano.
        También me enseñó a ser cauteloso. Gracias a él aprendí que los negocios requieren de mano

  dura y cabeza fría. Mi padre trabajaba tanto, que de inmediato detectaba cuando alguien no estaba
  totalmente entregado como él. Era tan sólido, que siempre podía reconocer los puntos débiles de los
  demás.
        Con él también aprendí a confiar en mi instinto. Aunque ésta es una habilidad que se puede

  desarrollar, creo que, en muchos casos, es un talento inherente. Yo, por ejemplo, a veces puedo decir
  cuando alguien no me agrada, y otras, de inmediato noto que la persona me simpatiza. Ése fue el caso
  de Mark Burnett y de Robert. Creo que ahora cuento con suficiente experiencia para decir que he
  desarrollado muy bien mi instinto.

        Toma en cuenta que, como empresario, deberás contratar empleados. Yo tengo la teoría de que,
  sin importar los antecedentes de las personas, cada vez que le das trabajo a alguien, es como si
  apostaras. Por ejemplo, he contratado gente egresada de las mejores escuelas y resultó no ser tan
  brillante. Asimismo,  le  he  dado  trabajo  a  personas  sin  grandes  logros  académicos,  y  terminaron

  sorprendiéndome muy gratamente. A veces sucede todo lo contrario. En general puedo decir que no
  es fácil evaluar las habilidades de alguien hasta que no lo ves en acción y le pones enfrente unos
  cuantos desafíos. A través de los años he recibido sorpresas buenas y malas, pero lo importante es
  darle a la gente la oportunidad de probarse a sí misma.

        En  el  caso  de  los  socios,  las  cosas  funcionan  de  forma  distinta  porque,  para  ponderar  sus
  capacidades, no puedes basarte en una fase de prueba y error; lo único que te queda es confiar en tu
  instinto.  Es  bastante  difícil  explicar  cómo  funcionan  las  cosas,  pero  se  trata  de  una  dinámica
  silenciosa a la que debes prestar mucha atención. Las asociaciones con otras personas deben basarse

  en lealtad e integridad. Pregúntate si detectas a primera vista estos atributos en ellas, y si la relación
  es recíproca. Si un socio en potencia se alaba demasiado, puedes tomarlo como indicio de que algo
  no  anda  bien  porque  la  confianza  en  sí  mismo  debe  estar  ahí  desde  el  principio.  Recuerda  que
  quieres un socio, no un aprendiz.

        Las asociaciones con otros también requieren de negociación porque tienen que ser un acuerdo
  en el que ambas partes ganen. De otra manera, no es una sociedad. El primer criterio que yo aplico
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