Page 103 - El toque de Midas
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Existen dos tipos básicos de traiciones. El primero es la traición criminal o intencional, y el segundo
es producto de la ignorancia o la incompetencia. Si tú logras aprender y crecer gracias a
experiencias de ambos tipos, tendrás mayor oportunidad de evolucionar y convertirte en un
empresario con el toque de Midas.
El aspecto más interesante de la traición es que, muy a menudo, la persona que la comete siente
que está siendo traicionada. Dicho de otra forma, la gente que te traiciona siempre encuentra la forma
de justificar su comportamiento.
Tu desafío radica en convertirte en una mejor persona después del golpe, lo cual puede implicar
abstenerte de responder al ataque a pesar de que desees hacerlo, y de arrojarle más leña al fuego
porque, en particular esto último, sólo amplifica la traición. Sé que es duro pero el objetivo es que
crezcas y seas mejor persona que quien te decepcionó. Si todavía no has sufrido un ataque de esta
naturaleza, prepárate porque, cuando suceda, verás una parte de ti que no conoces. Quienes hemos
sido traicionados muchas veces en la vida, sabemos bien de lo que hablamos.
El dolor que causa una traición es tan grande, que tu primera reacción será castigar a la persona
que te agredió. Pero debes resistir esos deseos tan básicos, aun cuando tu furia esté bien justificada.
Piensa que él o ella ya encontraron una forma de explicar por qué te engañaron aun cuando no
merecieras que lo hicieran. De hecho, esa persona cree que tú la traicionaste que, por eso, tienes que
ser castigado aunque no hayas hecho nada malo.
En mi negocio de Rippers, Stanley, el contador, se llevó 100 000 dólares que yo había
conseguido con un inversionista, conocido mío. El dinero le permitió pagar a amigos que le habían
prestado para el negocio. Cuando lo confronté le recordé que habíamos acordado que ese dinero
sería para comprar más productos, no para pagar a inversionistas, y lo primero que me dijo fue:
“Pero yo tenía que pagarle primero a mis amigos”. En su mente, había hecho lo correcto, aun cuando
traicionara a sus socios.
Cuando le expliqué que los 100 000 dólares en productos habrían significado un millón de
dólares en ventas (con lo que hubiéramos podido pagarle a todos los inversionistas), no quiso
escucharme. En cuanto devolvió la inversión a sus amigos, renunció y dejó que el negocio se
desmoronara. Después de eso, llamó a los otros inversionistas y les dijo que yo era un incompetente.
Por supuesto, de pronto todo mundo quería que le devolvieran su dinero. ¿Tenía ganas de vengarme
de Stanley? Por supuesto que sí, pero no lo hice.
Me tomó dos años reconstruir el negocio y comenzar a pagarle a los inversionistas. Y resultó
que, hacer lo correcto y tomar el camino largo, en lugar de declararme en bancarrota, fue una
experiencia invaluable para mi desarrollo como empresario. Pero no trates de llegar a conclusiones
de este tipo de la noche a la mañana. Si eres como yo, seguramente vivirás varios descalabros antes
de aprender de la experiencia.
Padre rico percibió que Stanley era débil y carecía de valor. Y tenía razón, porque cuando la
presión que ejercieron sus amigos fue demasiada, traicionó a sus socios y al negocio.
No sé en dónde se encuentra Stanley hoy, pero de lo que sí estoy seguro es que, gracias a la
pérdida de 100 000 dólares ahora soy un mejor empresario. De cierta forma, Stanley me ayudó a
desarrollar mi toque de Midas. Ahora tengo más conciencia de que, en los negocios, hay personas
endebles que pueden resultar peligrosas.
Debo confesar que, como pertenecí a la Marina, la defensa, el dolor y la venganza son parte de
mi carácter. Los infantes de Marina tienen muy poca tolerancia con gente como Stanley, por lo que