Page 103 - Donde termina el arco iris
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CECELIA AHERN                                                             Donde termina el Arco Iris
                       captado mal alguna información «vital». ¡No, no, la hierba no es rosa! ¡Vaya!
                       ¡Cuánto cambia nuestra vida una frase como ésa!
                       Me parece que la semana que viene sacaré a colación que siempre se pone los
                       ridículos calcetines de fantasía que le compra su madre. Él los encuentra
                       comiquísimos.   A  veces   la   llama   expresamente   para   decirle   que   los   lleva
                       puestos. Calcetines amarillos con lunares de color rosa y azules con rayas
                       rojas.   Seguro   que   sus   colegas   del   banco   están   de   acuerdo   en   que   son
                       comiquísimos. Un director de banco tan enrollado, tan en la onda, que lleva
                       calcetines de color rosa, ¡corre, vayamos a pedirle una hipoteca! Para colmo,
                       cuando se sienta se le suben los pantalones y puedes vérselos a kilómetros...
               RUBY: Caray, para que luego digan que tienes problemas para expresarte...
               ROSIE: Lo que digo es que les encanta perderse en detalles irrelevantes. Lo importante
                       no tendría que ser si Greg me da un beso en la frente o en la mejilla cada
                       mañana; lo que cuenta es si me besa o no.
               RUBY: ¿Y esa estrafalaria consejera está ejerciendo alguna infl uencia positiva sobre tu
                       matrimonio?
               ROSIE: La verdad es que no. Me parece que a Greg y a mí nos iría mejor sin ella.
               RUBY: ¿Crees que ambos podríais dejar de verla?
               ROSIE:  Bueno, deberíamos, de lo contrario mucho me temo que no vamos a seguir
                       juntos para cuando Greg cumpla cuarenta...



                     Para mi marido
                     Felices cuarenta, corazón.
                     Besos,
                     Rosie



                     ¡Feliz cumpleaños!
                     Ahora eres más feo y más viejo.
                     Para Greg
                     De Katie y Toby


                     Querido Alex:
                     Me parece que voy a organizar un equipo de búsqueda. ¿Te ha tragado la tierra?
               ¿Sigues vivo?
                     El otro día llamé a tu madre y tampoco sabe gran cosa de ti. ¿Va todo bien?
               Porque si no es así, tengo derecho a saberlo. Se supone que tienes que confi ar en mí
               porque soy tu mejor amiga y... lo dicta la ley. Y si todo va bien, da señales de vida
               igualmente. Necesito cotilleos. Es la segunda parte de esa misma ley.
                     Aquí todo es tan desquiciado e impredecible como siempre. Katie ya tiene once
               años, como bien sabes. Gracias por tu regalo. Es tan mayor que me dice que no tiene
               por qué informarme sobre adónde va durante el día ni a qué hora regresará a casa.
               Ésas  son informaciones sin importancia que según parece una madre no necesita
               saber. Pensaba que aún me quedaban unos años antes de que se convirtiera en un
               monstruo, antes de que me viera como alguien que se interpone en su camino,
               dispuesto a hacerle la vida imposible a propósito. (De acuerdo, a veces lo hago.)
               Ahora la niña se pinta los labios, Alex. De un color rosa brillante. Se pone brillantina
               en los ojos, en las mejillas y en el pelo; estoy criando a una discotequera. Ahora tengo
               que llamar tres veces a la puerta de su dormitorio si quiero que me deje entrar,
               porque así puede identificar al intruso. (Estoy muy celosa de Toby porque sólo tiene





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