Page 25 - Luna de Plutón
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             EN UN LUGAR INNOMBRABLE DEL SISTEMA SOLAR





       Era un cuarto negro, frío e infinito. No había suelo.
       Y las paredes ¿estaban ahí o eran solo una ilusión? Nada era visible, ni siquiera el

  más mínimo detalle de algo; solo oscuridad.

       Pero allá arriba, como si fuese una cámara en forma cónica, había reflejos de luz,

  regados  por  todas  partes;  planos,  brillantes,  como  pantallas  de  televisión.  Estos
  reflejos con forma de pantalla mostraban imágenes, muchas tomas de muchos lugares,

  de muchos planetas y muchas lunas, no como si fuese dirigido por una computadora

  que  tiene  un  sistema  de  cámaras  muy  moderno,  sino  como  si  fuesen  proyectadas
  directamente desde un cerebro.

       Y en el centro, había una enorme esfera, flotando, negra, con un cinturón hueco

  en  el  medio,  de  donde  salían  tenues  luces  amarillas  y  azules,  plagada  en  todo  su

  hemisferio por monitores holográficos distribuidos desordenadamente.
       El artefacto giraba lentamente, como un planetoide. Las imágenes que mostraba no

  eran mudas, de ellas podía escucharse el resquicio de gritos, guerras, explosiones y

  llantos,  pero  también  ofrecía  la  figura  de  lunas,  del  sol,  de  planetas,  de  un  cometa

  refulgiendo, incluso del cinturón de asteroides.
       —¿No  es  maravilloso,  DIO?  —murmuró  una  voz,  estirando  un  brazo  hacia  la

  esfera, sin llegar a tocarla—. ¿No es maravillosa la inocencia de los niños? Cómo lo

  ven, lo perciben todo. Cómo son las cosas de simples, para ellos. Inmediatamente, la
  esfera apagó todas sus imágenes, quedando en una negrura solo interrumpida por las

  luces que salían de su cinturón.

       El hombre flotaba, y se movía muy lentamente, hacia la izquierda, su capa volaba
  como un vendaval negro.

       —Inocencia: ausencia de malicia.

       Cómo los eventos transcurren tan rápido para ellos, cómo se pasa de una cosa a la

  otra  así  tan  de  súbito,  como  un  libro  escrito  por  un  mal  autor.  ¿No  te  parece
  maravilloso  lo  lento  que  aún  son  los  días  para  ellos,  y  lo  rápido  que  resultan  para

  nosotros?  ¡Es  como  si  la  vida  no  les  pareciera  humo!  ¡Como  si  esos  días  fueran

  siempre más que solo granos de arena!

       De todas las pantallas emergió la misma imagen: un osito de peluche mutilado, de
  panza  descosida,  con  un  ojo  de  botón  cayéndosele  por  la  mejilla  y  algodón  sucio
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