Page 534 - El cazador de sueños
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el brazo. Al mismo tiempo se le pusieron los ojos llorosos.
               —¿Duddits?  —susurró.  Se  le  había  erizado  el  vello  de  la  nuca—.  ¿Eres  tú,
           Duddits?

               Silencio… pero, al mirar el escritorio, vio que había aparecido algo nuevo en el
           lugar del inservible teléfono. Un tablero y una baraja.
               Alguien quería jugar.


















































































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