Page 538 - El cazador de sueños
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Jonesy repartió las cartas, apartó dos de las suyas, cogió la otra mano y apartó otras
dos.
«Jonesy, no llores. No llores, que estoy aquí.»
Jonesy miró el atrapasueños con la certeza de que era de donde procedían las
palabras.
—No lloro, Duds. Es la mierda de la alergia. Tranquilo. Creo que te conviene
sacar el…
«Dos», dijo la voz del atrapasueños.
Jonesy sacó el dos de las cartas de Duddits (reconociendo que no era mala manera
de empezar) y contestó con un siete. Total, nueve. Duddits tenía un seis. Quedaba por
ver si lo…
«Seis para quince —dijo la voz del atrapasueños—. Quince para dos. ¡Tócame los
perendengues!»
A Jonesy se le escapó la risa. Era Duddits, pero casi le había confundido con
Beaver.
—Pues venga, mueve la clavija.
Le fascinó ver levantarse del tablero una de las clavijas, flotar y volver a
colocarse en el segundo agujero de la primera calle.
De repente entendió algo.
—Oye, Duds, ¿verdad que siempre has sabido jugar? Sólo contabas de cualquier
manera porque nos hacía reír.
La idea alimentó el llanto. Tantos años creyendo que jugaban con Duddits, y era
al revés. ¿Y el día de detrás de Tracker Hermanos? ¿Quién había encontrado a quién?
¿Quién había salvado a quién?
—Veintiuno.
«Treinta y dos para dos. —Desde el atrapasueños. Por segunda vez, la mano
invisible levantó la clavija y la desplazó dos agujeros—. Para mí está bloqueado,
Jonesy.»
—Ya lo sé.
Jonesy sacó un tres, Duddits pidió trece, y Jonesy lo sacó de las cartas que le
correspondían.
«Pero para ti no. Tú puedes hablar con él.»
Jonesy sacó su dos y avanzó dos agujeros. Duddits jugó, avanzó una posición con
la última carta, y Jonesy pensó: «Me está ganando un retrasado. ¡Anda que no!» Sólo
que Duddits no era ningún retrasado. Estaba cansado y se moría, pero no era ningún
retrasado.
Hicieron el recuento y Duddits llevaba mucha ventaja.
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