Page 543 - El cazador de sueños
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entonces, si tenía tiempo antes de que llegaran los otros, podría comer lo que le diera
           la gana. Como si quería matarse de un empacho. Pero en otro momento. Pasando al
           lado de la salida 10 (sólo faltaban dos), se concentró en la guerra civil, en hombres

           azules y hombres grises corriendo por el humo, gritando y clavándose cosas en la
           barriga,  dando  culatazos  en  el  cráneo  a  sus  enemigos,  con  aquel  pum  pum  puní
           embriagador, y…


               beicon

               Volvió a hacerle ruido el estómago. En la boca de Jonesy se dispararon chorros de
           saliva, y se acordó de Dysart's, las tiras marrones y crujientes en el plato azul, que se

           cogían con las manos y tenían una textura dura, de carne muerta y sabrosa…
               Tengo que pensar en otra cosa.
               Sonó irritadamente una bocina que sobresaltó al señor Gray e hizo gemir a Lad.
           Se  había  equivocado  de  carril  y  se  había  metido  en  el  «de  adelantar»,  como  lo

           identificaba el cerebro de Jonesy. Dejó paso a un camión grande con más potencia
           que el Subaru. Las ruedas del camión salpicaron el parabrisas del coche con agua

           sucia, haciendo perder visibilidad al señor Gray, que pensó: «Como te pille te enteras,
           gilipollas, a ver si te parto la cara, inútil, más que inútil, no sabes ni conducir, pedazo
           de»


           bocadillo de beicon

               Había sido como un disparo dentro de la cabeza. Se resistió, pero era diferente,

           con más fuerza. ¿Podía ser Jonesy? No, seguro que no. Jonesy no era tan fuerte. De
           repente, sin embargo, parecía que el señor Gray fuera todo estómago, un estómago
           vacío que dolía y pedía comida. Seguro que tenía tiempo de hacer una parada y matar
           el hambre, porque si seguía así se saldría


           ¡bocadillo de beicon! ¡con mayonesa!

               El  señor  Gray  profirió  una  exclamación  inarticulada,  sin  darse  cuenta  de  que

           babeaba sin remedio.


























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